El presidente Miguel Díaz-Canel se apareció en el Centro de Protección Social William Darias, en Santa Clara, para mostrarlo como ejemplo de atención a personas sin hogar. Sin embargo, la visita llega justo en medio de la indignación ciudadana por el abandono estatal de miles de cubanos que siguen durmiendo en parques, portales y terminales sin recibir ayuda real.
Según datos difundidos por el periodista oficialista Henry Omar Pérez, desde julio solo 43 personas han pasado por la institución, que cuenta con capacidad para 60, pero apenas 30 permanecen allí. Un número que evidencia que la supuesta solución apenas araña la superficie del problema.
Díaz-Canel no fue solo. Lo acompañaron la dirigente comunista Susely Morfa y la gobernadora Milaxy Yanet Sánchez. Juntos recorrieron comedores, dormitorios y salas médicas, saludando a ancianos mientras se desarrollaba una actividad cultural, en un claro intento de vender la imagen de un Estado preocupado por los más vulnerables.
La jefa del Departamento Provincial de Prevención y Seguridad Social, Maraiky León Iglesias, aseguró que allí se realizan entrevistas, exámenes médicos, entrega de ropa y alimentación, seguidos de un proceso de “reinserción” con actividades culturales y deportivas. También mencionó que algunos son enviados de regreso a sus provincias, a sus familias o a hospitales psiquiátricos, dependiendo de cada caso.
Díaz-Canel soltó su acostumbrado discurso, diciendo que “no se trata solo de resolver un problema social, sino de transformar vidas”, pero sus palabras chocan con la realidad: no existe un plan serio para los miles de mendigos que siguen deambulando por Cuba sin apoyo ni esperanza.
La creación de este centro coincidió con la polémica que provocaron las declaraciones de la entonces ministra Marta Elena Feitó, quien en julio aseguró que en Cuba “no existen mendigos”, solo personas “disfrazadas”, a quienes además tildó de “borrachos” y “simuladores”.
Sus palabras desataron la ira de la ciudadanía y poco después presentó su “renuncia”, supuestamente tras un análisis con la dirección del Gobierno. A finales del mes, para calmar la tormenta, el primer ministro Manuel Marrero se paseó por un centro similar en Ciego de Ávila, intentando maquillar la crisis.
Mientras tanto, la indigencia en Cuba se multiplica. Los medios oficialistas ya no pueden esconderla y hasta han mostrado escenas que parecen sacadas de una película de terror social: ancianos enfermos, sin hogar, sin familia, sin nada, rebuscando entre basura para sobrevivir.
Incluso el periódico Girón publicó un reportaje que describía el centro de Jagüey Grande como “un cementerio de hombres vivos”.
El problema no está en cómo el régimen llama a estas personas, sino en que no existe voluntad real para cambiar la raíz de la miseria en la isla. Se limitan a maquillar la realidad con eufemismos y visitas propagandísticas, mientras la Cuba profunda sigue hundida en la pobreza y el olvido.