Lázaro Daniel Monteros, un muchacho avileño de apenas 19 años, perdió la vida mientras cumplía el Servicio Militar en la unidad de El Morro, en La Habana. Su muerte, envuelta en misterio y silencio oficial, ha desatado una ola de indignación que crece en las redes y en las calles.
La noticia fue dada a conocer por el reportero independiente Niover Licea, quien señaló que el caso está lleno de versiones contradictorias y marcado por la falta de transparencia de las autoridades. “Hace apenas dos días murió Antonio Alejandro Ressi en circunstancias similares, y ahora otro joven pierde la vida sin que nadie dé explicaciones claras”, denunció Licea.
El periodista aseguró que existen tres versiones diferentes sobre cómo ocurrió el hecho, incluyendo un posible impacto en la cabeza, pero sin que se aclare su origen. Con apenas 19 años, la dictadura truncó de golpe los sueños de un joven que apenas empezaba a vivir.
Vecinos y amigos destrozados
En redes sociales, vecinos y conocidos del muchacho han dejado mensajes cargados de dolor y rabia. Una amiga de la familia escribió que el barrio entero está de luto por la pérdida de un joven “tranquilo, educado y de familia”.
Otro mensaje reveló un detalle que aumenta la indignación: a Lázaro Daniel solo le faltaba un día para regresar a casa. “Dios hará pagar al culpable de lo que te pasó”, escribió un allegado.
Otros lamentaron que le apagaran sus sueños de estudiar una carrera universitaria, recordando que era un chico excepcional, querido por todos y lleno de planes para el futuro.
Madres cubanas alzan la voz
La muerte de Lázaro Daniel ocurre días después de la de Antonio Alejandro Ressi, también en manos del Servicio Militar. Desde entonces, familiares de ambas víctimas han comenzado a pedir que las madres cubanas se nieguen a enviar a sus hijos a cumplir con esta obligación impuesta por el régimen.
“Cerremos filas, madres, abuelas, tías… todas las mujeres. No dejemos ir a nuestros hijos a la muerte”, escribió Maribel Hernández, tía de Antonio Ressi, quien expresó su solidaridad con la familia de Lázaro Daniel.
Mientras tanto, las autoridades guardan silencio, sin dar la cara ni ofrecer una explicación convincente. La muerte de jóvenes cubanos sigue convirtiéndose en la cuota de dolor que el régimen exige para mantener su maquinaria militar.