En pleno verano del 2025, cuando el calor aprieta más que nunca, Las Tunas vive apagones de hasta 20 horas. Pero en vez de asumir su responsabilidad, la Empresa Eléctrica decidió culpar a los propios usuarios por “sobrecargar el sistema” con sus aires acondicionados y cocinas eléctricas.
Anislei Santiesteban Velázquez, director técnico de la entidad, soltó ante la prensa que en las zonas de playa “hay casas vacías con los equipos encendidos”, tildando esto de “gasto innecesario”. Según él, este hábito provoca daños en los transformadores y obliga a la población a ahorrar y ajustar su consumo, sobre todo en los horarios picos.
Pero la realidad es otra. El pueblo no está disfrutando de las promesas del régimen, sino sobreviviendo a días y noches interminables sin luz, donde cocinar se vuelve una odisea y dormir, una misión imposible. Lo del “verano con cuatro horas de apagón” que anunció en mayo el viceministro Argelio Jesús Abad Vigoa quedó como una burla que solo agrava el malestar popular.
En redes sociales, muchos resumen la situación en una frase que se ha vuelto viral: “Más que un fracaso eléctrico, es un apagón político”. Porque lo que está colapsado no son solo los transformadores, sino todo un modelo incapaz de garantizar lo básico.
Millones para hoteles, cero inversión para luz
La indignación aumenta al descubrirse que, mientras culpan al pueblo por encender un aire acondicionado, el conglomerado militar GAESA maneja más de 18,000 millones de dólares. Con apenas una parte de esos fondos se podrían reparar termoeléctricas, comprar combustible y devolver la electricidad al país. Pero no, prefieren levantar hoteles de lujo como la Torre K23 en La Habana, que por cierto, consume casi 2 MW de manera permanente.
Esto deja claro que la crisis eléctrica en Cuba no es técnica, es política. Recursos hay, pero se desvían hacia negocios turísticos que no benefician al pueblo, mientras millones de cubanos pasan hambre, calor y noches en vela.
Un país que vive a oscuras… en todos los sentidos
Para los tuneros y para todos los cubanos, este verano no huele a vacaciones, sino a comida echada a perder, niños sudando sin poder dormir y un cansancio que ya no se aguanta. Mientras los funcionarios insisten en pedir “ahorro” y culpar al pueblo, la paciencia nacional se derrite más rápido que el hielo en un apagón.
Como escribió un cubano en redes sociales: “Esto no es vida, es abuso”. Y la frase pega duro porque en Cuba la oscuridad no solo viene de los apagones, sino de la falta de un futuro que ilumine el camino.