La Habana vuelve a estar en la mira por el consumo de drogas sintéticas. Oficiales del Ministerio del Interior (Minint) arrestaron a dos personas acusadas de vender la peligrosa sustancia conocida como “químico” o “papelito”, durante un operativo en el municipio Playa.
Se trata de un hombre y una mujer, cuyos nombres no fueron revelados —un clásico del secretismo oficial—, capturados en una redada policial en el reparto Buenavista. La información salió a la luz a través de un perfil de Facebook vinculado al propio Minint.
Un operativo que busca aparentar control
La redada tuvo lugar en la calle 62, entre las avenidas 25 y 27. Según la nota oficial, “forma parte de los esfuerzos continuos para combatir el tráfico de sustancias ilícitas en la comunidad”. Pero la realidad es que la proliferación de esta droga demuestra que el régimen ha perdido el control de las calles y que las políticas represivas no resuelven el problema de raíz.
El comunicado oficial lanza la advertencia de que “la impunidad no será tolerada cuando se trata de proteger la salud y la seguridad de la población joven”. Sin embargo, en la práctica, la falta de oportunidades y el deterioro social empujan a cada vez más jóvenes hacia el consumo.
El fenómeno sigue creciendo a pesar de la represión
El tráfico del “químico” no es nuevo ni aislado. La víspera, las mismas fuentes confirmaron el arresto de otras dos personas en Centro Habana, cerca del parque El Curita, uno de los puntos donde el consumo y venta de drogas se ha vuelto pan de cada día.
En los últimos meses, el régimen ha celebrado juicios “ejemplarizantes” y ha impuesto penas de hasta 20 años de cárcel, creyendo que el miedo resolverá lo que la miseria ha causado. Pero la realidad demuestra lo contrario: el consumo sigue creciendo y la represión solo maquilla un problema mucho más profundo.
Una droga peligrosa y barata en medio de la crisis
El “químico” pertenece al grupo de los cannabinoides sintéticos, sustancias diseñadas para imitar la marihuana, pero con efectos entre 50 y 100 veces más potentes y tóxicos. Se vende en papelitos de apenas 0.5 cm² que se insertan en un cigarro, y sus efectos duran entre 20 y 40 minutos.
Las consecuencias pueden ser devastadoras: taquicardia, psicosis, convulsiones, ataques cardíacos y hasta la muerte. Pero su bajo precio y la facilidad para conseguirlo han convertido a esta droga en una salida peligrosa para una juventud que siente que no tiene futuro.
El trasfondo que el régimen no quiere admitir
La creación del Observatorio Nacional de Drogas y las redadas constantes son apenas parches. El verdadero detonante del auge del “químico” es la profunda crisis económica y social que asfixia a Cuba, donde muchos jóvenes ven la droga como un escape a la desesperanza.
En lugar de enfrentar las raíces del problema —miseria, falta de empleo digno, carencia de perspectivas—, el régimen sigue apostando por más controles, más cárcel y más propaganda. Mientras tanto, las calles siguen llenas de jóvenes atrapados en un vicio tan peligroso como inevitable en un país que les ha robado el futuro.