El régimen cubano volvió a echarle la culpa al pueblo por la crisis de basura que se vive en La Habana, como si la suciedad que invade calles y parques fuera culpa de los que apenas sobreviven entre apagones y escasez.
En una entrevista con Cubadebate, el director provincial de Servicios Comunales, Mariano Suárez del Villar Farrés, soltó que los habaneros son los responsables porque destruyen, roban o usan los tanques de basura para otros fines. “No es secreto para nadie que los tanques se convierten en pozuelos, palitos de tendedera o hasta en tanques de agua”, dijo el funcionario, tratando de justificar el desastre ambiental que tiene a la capital convertida en un vertedero.
Según sus propias cifras, La Habana necesita 30 mil contenedores cada año para enfrentar los casi 30 mil metros cúbicos de basura que se generan a diario. Pero este año, la Unión de Industria Militar solo podrá entregar 12 mil, dejando un déficit brutal que agrava la crisis.
A eso se le suma la escasez de camiones recolectores y piezas de repuesto, lo que provoca que la basura permanezca semanas sin recogerse en municipios como Centro Habana, donde las montañas de desechos ya forman parte del paisaje cotidiano.
El discurso oficial insiste en que “el combustible está garantizado”, pero la realidad es otra. La recogida no cubre de manera estable los 15 municipios habaneros, y la ciudad sigue hundida en un caos de olores nauseabundos, moscas y ratas que amenazan la salud pública.
Los cubanos reaccionan con indignación ante lo que llaman “indolencia estatal”. Una vecina del Cerro lo dejó claro: “Yo no veo pasar el camión diariamente, por eso se acumulan los desechos”.
La culpa no es del pueblo, que bastante tiene con sobrevivir. La verdadera raíz del problema está en la ineficiencia crónica del régimen, incapaz de gestionar ni siquiera la recogida de basura, mientras sigue culpando a la gente para tapar su fracaso.