El ministro de la Industria Alimentaria de Cuba, Alberto López Díaz, salió en defensa de la venta de productos en moneda dura, asegurando que esta práctica “trae beneficios a la población”. Sí, así mismo lo dijo, aunque millones de cubanos no tengan acceso a un solo dólar para poder comer decentemente.
Durante una visita a empresas estatales en Mayabeque, transmitida por el canal provincial Telemayabeque, López Díaz reconoció que la industria está trabajando muy por debajo de su capacidad debido a la escasez de materias primas. Pero, según él, las divisas que se recaudan en las tiendas MLC y plataformas online son la salvación para mantener la producción de alimentos.
“Las empresas tienen que defender los ingresos en divisas. No es lo que nosotros queremos, pero está demostrado que con esos ingresos se compra materia prima y se producen alimentos para la población”, soltó el ministro, como si el pueblo viviera en otro planeta donde los salarios no son de miseria.
Realidad: precios de locura y mercados vacíos
Las palabras del funcionario chocan con lo que se vive día a día en las calles de Cuba. El salario promedio apenas alcanza los 20 dólares en el mercado informal, mientras que los precios de los alimentos son dignos de un país millonario.
Hace pocas semanas, una cubana en Guantánamo mostró en TikTok que una simple pieza de carne de res puede costar más de 70 dólares, un precio que la mayoría de los hogares cubanos no puede ni soñar con pagar. “Esto no lo puede pagar el cubano”, decía indignada mientras enseñaba estantes vacíos y artículos básicos con precios internacionales.
Un modelo que crea más pobreza
Los mercados en pesos cubanos siguen desabastecidos, y solo quienes reciben remesas o tienen acceso a divisas extranjeras pueden comprar lo poco que se ofrece en MLC. Para el resto, la realidad es cola, hambre y carencias, mientras el régimen presume que este modelo “funciona”.
Economistas como Pedro Monreal han señalado que este sistema no resuelve la crisis productiva ni garantiza estabilidad, sino que profundiza la desigualdad y deja a la mayoría del pueblo en la miseria absoluta.
Hoy, en Cuba existen más de 85 tiendas en divisas, presentadas como la “solución económica”. Pero para millones de cubanos significan una condena diaria: salarios que no alcanzan, alimentos fuera de su alcance y un modelo que normaliza la exclusión.
Mientras tanto, el ministro insiste en que vender en dólares “trae beneficios a la población”. ¿Será que habla de la población que vive en el extranjero o de la élite del régimen? Porque para el cubano de a pie, comprar una libra de pollo o un litro de aceite puede costar el trabajo de todo un mes… y más.