Un cubano identificado en redes sociales como Rolando Castellanos encendió la indignación en internet al mostrar fotos que revelan la insalubridad extrema del Hospital Infantil Pediátrico de Centro Habana, donde su sobrino permanece ingresado con fiebre de 39 grados.
Las imágenes son duras: paredes llenas de moho, baños que parecen ruinas, mobiliario oxidado y un ambiente que en nada se asemeja a un centro médico pediátrico digno. “Ni a los cerdos se les encierra en semejante cochinada”, expresó Castellanos, criticando con rabia que niños enfermos sean obligados a permanecer en condiciones que calificó como “pocilgas”.
Un reflejo de abandono en toda la isla
La denuncia no es aislada. En Camagüey, el periodista José Luis Tan Estrada documentó la situación de los baños de la sala de cirugía del Hospital Provincial Manuel Ascunce Domenech, describiéndolos como “ruinas olvidadas” y comparando la escena con “un campo de exterminio silencioso” por el riesgo de infecciones.
En Matanzas, otra joven mostró en TikTok cómo debía acarrear cubos de agua para su abuela hospitalizada en el Faustino Pérez porque no había suministro. Escenas parecidas se repiten en Guantánamo, Holguín y Güines, dejando claro que no se trata de casos aislados, sino de un colapso generalizado del sistema hospitalario cubano.
La falsa narrativa de la “potencia médica”
Mientras la propaganda oficial sigue vendiendo la idea de que Cuba es una “potencia médica”, la realidad muestra un panorama vergonzoso. Hospitales que parecen ruinas, equipos inservibles, baños inutilizables y paredes que se caen a pedazos. Todo esto en medio de una crisis donde los pacientes y sus familias deben llevar desde las sábanas hasta el agua potable para sobrevivir.
A pesar de la falta de recursos, el personal sanitario sigue siendo reconocido por su esfuerzo y vocación. Pero no se puede ignorar que trabajan en condiciones que atentan contra la salud y la dignidad humana, mientras la élite del régimen vive sin preocupaciones médicas en clínicas exclusivas.