El fotógrafo cubano Yadiel Veunes logró lo que muchos consideran casi imposible: retratar al tocororo, el ave nacional de Cuba, en todo su esplendor. Tras largas jornadas de observación y paciencia infinita, consiguió imágenes que resaltan la belleza única de esta especie, un verdadero tesoro natural de la Isla.
La caza de la foto perfecta
En su cuenta de Instagram, Veunes confesó que fotografiar al tocororo fue uno de sus mayores desafíos del año. “No es fácil atraparlo en vuelo, hay que estudiar sus movimientos y conocer bien sus hábitos”, comentó.
Para lograrlo, pasó días enteros estudiando el comportamiento del ave desde la distancia, recopilando información para planificar cada toma con precisión. Este enfoque de investigación, asegura, le ha dado un nuevo nivel de profundidad a su trabajo.
Mirada hacia nuevas especies
El fotógrafo adelantó que en 2026 piensa sumergirse en la observación de otras aves cubanas como el merlín, la cartacuba y varias especies migratorias. Su meta es seguir documentando la riqueza de la fauna nacional, a pesar de que el deterioro ambiental y la falta de políticas reales para protegerla siguen siendo una amenaza constante en Cuba.
Un símbolo de libertad
El tocororo no es solo hermoso, también tiene un significado poderoso para los cubanos. Se dice que no puede vivir en cautiverio, lo que lo convierte en un símbolo vivo de libertad. No es casual que haya sido declarado ave nacional en 1982, mediante la Resolución 81 del Ministerio de la Agricultura, en un intento de frenar su caza y captura.
Esta especie, conocida también como tocoloro o guatiní en la región oriental, habita principalmente en el Escambray, la Ciénaga de Zapata, la Sierra Maestra y otras zonas montañosas. Su canto característico “tó-coro” suele delatarlo entre la espesura de la vegetación.
Una leyenda que sigue viva
Según una leyenda taína, una joven prefirió morir antes que ser esclavizada, pero la diosa Atabey le devolvió la vida en forma de tocororo, para que volara libre por siempre. Un relato que hoy cobra fuerza en una Cuba donde la libertad, al igual que esta ave, sigue siendo esquiva.