La noticia ha encendido las alarmas en San Diego: el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) arrestó a Bernardo Hernández, un inmigrante cubano de 71 años acusado de múltiples delitos federales, entre ellos tráfico de drogas y posesión de narcóticos.
Según el comunicado oficial, Hernández no cuenta con un estatus migratorio legal en Estados Unidos, por lo que está clasificado como inmigrante indocumentado. Y lo que más preocupa a las autoridades no es solo su situación migratoria, sino su historial criminal: cargos de narcotráfico, posesión de drogas y hasta conducción temeraria. Todo esto lo convierte, según ICE, en un “peligro claro para la comunidad”.
La detención no es un caso aislado. Forma parte de una serie de operativos a nivel nacional que han ganado fuerza en los últimos meses bajo la política de “tolerancia cero” de la administración republicana. San Diego es uno de los puntos más vigilados, y ICE asegura que su objetivo es sacar a los delincuentes de las calles antes de que representen un riesgo mayor.
Los números hablan por sí solos: solo en 2025, más de 456 migrantes cubanos fueron arrestados en un solo mes por tener antecedentes penales. En total, más de 539.000 cubanos están actualmente bajo supervisión de ICE en Estados Unidos, una cifra que incluye desde solicitantes de asilo hasta migrantes con órdenes finales de deportación. Cuba, de hecho, ocupa el sexto lugar en la lista de países con mayor número de migrantes bajo control migratorio.
Los operativos de ICE se enfocan en lo que llaman “lo peor de lo peor”: migrantes con delitos graves. En esa lista figuran nombres como Osmani Mompié, detenido por tráfico de personas, o Rafael Ojeda-Acosta, acusado de violación y asalto sexual. También se registraron arrestos por delitos impactantes como abuso sexual infantil, lo que refuerza el discurso de las autoridades de priorizar la expulsión de individuos de alto riesgo.
Sin embargo, el tema no es tan sencillo. Uno de los grandes problemas que enfrenta Estados Unidos es que Cuba se niega a recibir a deportados con antecedentes criminales. Esto ha llevado a que ICE busque acuerdos con terceros países como México, Sudán del Sur o Esuatini, para lograr deportaciones que de otro modo serían imposibles.
Y mientras ICE insiste en que su campaña se centra en criminales peligrosos, hay denuncias de casos donde migrantes sin historial delictivo también han sido arrestados. Como ejemplo, una pareja de cubanos que había llegado bajo el parole humanitario terminó siendo detenida en su propia casa en Texas, generando críticas y dudas sobre la forma en que se aplican estos operativos.
Lo cierto es que el arresto de Bernardo Hernández es solo una pieza más en un panorama mucho más amplio, donde la política migratoria estadounidense sigue marcando la vida de miles de cubanos en territorio norteamericano.