El exilio cubano en Miami tiene un nuevo espacio para recordar, llorar y también rendir homenaje a quienes lo arriesgaron todo en el mar. Este viernes se develaron dos esculturas del artista canadiense Timothy Schmalz en el Santuario Nacional de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre, conocido popularmente como La Ermita de la Caridad, un lugar de especial significado para los cubanos que viven lejos de la isla.
Las piezas, elaboradas en bronce, llevan por título “Ángeles sin saberlo” y “Sé acogedor”, y evocan directamente el drama de los miles de balseros que han perdido la vida intentando llegar a Estados Unidos en embarcaciones improvisadas. La primera muestra a un grupo de migrantes en un bote precario, mientras que la segunda representa a un ángel peregrino descansando. Ambas obras se inspiran en un pasaje bíblico de Hebreos 13:2: “No os olvidéis de la hospitalidad, porque por ella algunos, sin saberlo, hospedaron ángeles”.
Las esculturas fueron colocadas frente a los vitrales que miran hacia la Bahía Vizcaína, el mismo sitio donde durante décadas familias enteras han rezado por sus seres queridos que jamás lograron cruzar el Estrecho de la Florida. Para los presentes en la ceremonia, se trató de un recordatorio conmovedor de todas esas vidas truncadas, pero también de la fe y la solidaridad que mantienen viva la identidad del exilio cubano.
El arzobispo de Miami, Thomas Wenski, explicó que la obra “Ángeles sin saberlo” busca transmitir un mensaje de esperanza y unidad. “Es una manera de llamar la atención sobre el hecho de que estamos en el mismo barco”, expresó. Sus palabras resonaron fuerte entre los asistentes, muchos de ellos migrantes que alguna vez vivieron en carne propia la angustia de lanzarse al mar en busca de libertad.
Detrás de esta iniciativa estuvo la Fundación Familiar Miguel B. Fernández, del empresario y filántropo cubanoamericano Michael B. Fernández, quien llegó a Estados Unidos siendo apenas un niño tras escapar de la represión en Cuba. Hoy, a sus 73 años, Fernández no solo es reconocido en Florida por su éxito empresarial, sino también por su activismo en defensa de los migrantes y refugiados.
En la ceremonia, Fernández confesó sentirse particularmente conmovido por la obra “Ángeles sin saberlo”. “Esas personas en ese bote hoy somos realmente nosotros”, afirmó con la voz cargada de emoción. Su declaración dejó claro que más allá del valor artístico, estas esculturas son un homenaje colectivo a todos los balseros que no lograron llegar a tierra firme.
Con esta develación, La Ermita de la Caridad se reafirma como un espacio de memoria, fe y encuentro para el exilio. Y, sobre todo, como una invitación a mirar con empatía la experiencia de quienes todavía hoy, desesperados por un futuro mejor, deciden lanzarse al mar en busca de libertad.
