El régimen cubano volvió a sacar pecho en la televisión oficialista al anunciar que el Grupo Empresarial Cupet logró producir dos millones de toneladas de petróleo en un año, una cifra valorada en cerca de mil millones de dólares.
Pero la alegría dura poco. Hasta los mismos directivos reconocen que esto no resuelve la crisis energética que tiene al país hundido en apagones que superan las 20 horas diarias. El combustible sigue siendo insuficiente para sostener un sistema eléctrico en ruinas.
“Innovación” y ayuda extranjera
Según el reporte estatal, el aumento de la producción se debe a la aplicación de nuevos métodos de perforación y al apoyo de maquinaria y técnicos foráneos. Se menciona el uso de perforaciones horizontales para acceder a zonas de difícil extracción, pero nada de esto logra tapar el verdadero problema: un modelo económico que no genera estabilidad ni desarrollo.
Crudo pesado y termoeléctricas obsoletas
La mayor parte del petróleo cubano se extrae en la Franja Norte Petrolera, que se extiende de La Habana a Varadero. Es un crudo pesado, con alto contenido de azufre, lo que encarece su refinación y limita su uso. De hecho, solo la termoeléctrica Antonio Guiteras, en Matanzas, puede procesarlo, y aun así el suministro eléctrico es un desastre.
En Ciego de Ávila se extrae un petróleo de mejor calidad, ideal para fabricar asfalto y derivados, pero representa apenas el 2% de la producción nacional, insuficiente para marcar la diferencia.
Promesas de exploración mientras el pueblo sigue a oscuras
Directivos de Cupet aseguran que se están estudiando nuevas áreas de perforación, como Canasé y el bloque Fraile, donde se espera extraer unos 120 metros cúbicos diarios. Pero mientras anuncian proyectos futuros, la realidad es que la isla sigue apagada, la economía colapsada y la gente harta de promesas vacías.
El petróleo cubano, además, genera 400 MW diarios de electricidad gracias al gas que se extrae durante el proceso, pero ni esto logra estabilizar el sistema. La verdad es simple: no se trata de producir un poco más, sino de un régimen incapaz de administrar sus propios recursos y de garantizar lo más básico: la luz.