Lo que pasó en Antilla, Holguín, parece sacado de una película, pero lamentablemente es la realidad que viven muchas comunidades cubanas hoy en día. Un ataque armado contra Mario Tames, conocido como “Mayito”, ha puesto en alerta a los vecinos de la zona y ha dejado a todo el mundo preguntándose hasta dónde va a llegar la violencia en la isla.
Todo ocurrió en la madrugada del 24 de agosto, cuando Mayito fue brutalmente atacado y recibió varios disparos que lo mantienen en estado crítico en el hospital. El suceso estremeció a la comunidad y desató una ola de mensajes en redes sociales pidiendo oraciones y fuerza para su recuperación.
Redes sociales vs. silencio oficial
En Cuba, donde las noticias de violencia casi nunca llegan a los medios oficiales, este caso trascendió porque Facebook se adelantó al Noticiero Nacional. El perfil La Tijera fue el primero en denunciar lo sucedido, citando a vecinos y familiares que aseguraron que los atacantes llegaron hasta las cercanías de la casa de Mayito y lo balearon sin piedad.
La publicación se viralizó en pocas horas, y con ello creció la indignación por el aumento de hechos violentos con armas de fuego en el país. Una realidad que el gobierno intenta tapar, pero que las redes sociales exponen cada vez más.
La versión oficial: “ajuste de cuentas”
Ante la presión en internet, el perfil Realidades desde Holguín, vinculado al Ministerio del Interior, salió a confirmar que los presuntos implicados ya habían sido detenidos. Sin embargo, la explicación que dieron fue la de siempre: que no fue un asalto ni un robo, sino un “ajuste de cuentas por problemas personales”.
También se apresuraron a aclarar que los disparos no ocurrieron dentro de la casa de la víctima, sino “a varios metros de su domicilio”, un detalle que parece más un intento de restarle dramatismo que de informar con transparencia.
Lo curioso (y hasta sospechoso) es que en esa versión oficial nunca mencionaron el nombre de Mario Tames, “Mayito”. Para la narrativa policial, no era un hombre con familia, con amigos y con una comunidad preocupada, sino apenas un número más en su reporte.
El patrón de siempre: callar hasta que explote
Este caso dejó en evidencia un patrón ya conocido en Cuba: cuando la violencia no trasciende en redes sociales, se queda enterrada en el silencio. Solo cuando se viraliza en Facebook, las autoridades salen a dar su versión, casi siempre maquillada, intentando minimizar la inseguridad que golpea a la isla.
Mientras tanto, en Antilla, la gente sigue con miedo. La familia de Mayito espera un milagro mientras lidia con la incertidumbre, y los vecinos comentan entre susurros que lo que pasó no es un caso aislado. La violencia ya no es un rumor lejano: está en la puerta de la casa.
Este ataque contra Mayito no solo destapó la vulnerabilidad de una comunidad, sino que puso sobre la mesa una verdad incómoda: en Cuba, la inseguridad crece, pero el gobierno sigue haciéndose el sordo.