La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba, la famosa ETECSA, volvió a soltar la misma cantaleta de siempre: el próximo 29 de agosto millones de cubanos se quedarán sin servicio de telefonía móvil durante la madrugada, entre las 12 y las 6 de la mañana, porque —según dicen ellos— estarán haciendo “trabajos técnicos de modernización”.
En su comunicado oficial, la compañía estatal explicó que el corte se debe a un “cambio tecnológico” en la plataforma que sostiene el 67% de los servicios móviles del país. Eso significa que buena parte de los clientes quedará desconectada, en especial aquellos cuyos números empiezan con las series 500, 501, 502, 503, 504, 509, 51, 52, 55, 56, 58, 59 y 62.
También reconocieron que la Telefonía Fija Alternativa (TFA) será afectada, aunque como de costumbre, no aclararon ni cuántos usuarios ni en qué zonas. La opacidad es ya la marca registrada de ETECSA.
La justificación oficial es que la medida busca “fortalecer la infraestructura” y permitir trámites como cambios de línea o servicios suplementarios. Pero todos sabemos cómo funciona el cuento: cortan, cobran más caro y la calidad sigue igual de pésima. Y por supuesto, ni hablar de compensaciones o devoluciones por dejar a millones sin servicio. En lugar de eso, la empresa pide “comprensión” y que la gente siga sus canales oficiales. Como si los cubanos no estuvieran ya hartos de tanta burla.
Lo más cínico es que esta interrupción ocurre apenas tres meses después de que la presidenta de ETECSA, Tania Velázquez, saliera en público a defender el brutal aumento de tarifas de internet y telefonía, asegurando que era la única manera de “inyectar divisas” y sostener el sistema. En sus propias palabras: “ni siquiera estamos hablando de desarrollo, estamos hablando de sostener los servicios que tenemos”. O sea, pagar más para recibir lo mismo… o peor.
Los números del propio gobierno desmienten su cuento. El primer ministro Manuel Marrero reconoció en la Asamblea Nacional que, tras la subida de precios, ETECSA recaudó más de 24 millones de dólares en solo 46 días, lo que equivale a más de medio millón de dólares diarios. Y aun así, los apagones de señal, las quejas y las caídas de servicio siguen igualito. La realidad es que el dinero entra, pero la calidad no mejora.
Mientras tanto, la dictadura sigue reforzando su esquema de comunicación en divisas, donde las recargas desde el exterior son prioridad, los mejores planes se venden en MLC y el cubano de a pie, que cobra en pesos, queda prácticamente excluido. En la práctica, se ha creado un sistema de conexión por clases, donde solo quienes reciben remesas pueden mantenerse conectados, y el resto queda condenado al silencio digital.
Lo que ETECSA llama “modernización” no es más que otra jugada para exprimir bolsillos, a costa de un pueblo que ya está ahogado. El régimen convierte hasta la comunicación en un lujo, y lo peor es que lo hace sin rubor, escondido detrás de discursos vacíos que intentan disfrazar lo que en realidad es: un negocio sucio montado sobre la necesidad de los cubanos de estar conectados con el mundo.