Santiago de Cuba amaneció sacudida por una noticia que parece sacada de una película de terror. Una cabeza humana apareció dentro de un contenedor de basura en el Micro 3 del Centro Urbano Abel Santamaría, dejando a los vecinos en estado de shock y con más preguntas que respuestas.
La primera denuncia salió de la página oficialista Héroes del Moncada, que calificó el hecho como “grave” y aseguró que las fuerzas del MININT ya estaban investigando la escena. Como era de esperarse, la nota se limitó a un comunicado frío y sin detalles, típico del estilo de un régimen que siempre esconde más de lo que cuenta.
“Conocimos que en estos momentos fuerzas del MININT investigan un hecho grave, luego del hallazgo de la cabeza de un hombre en un colector de basura”, publicaron en redes sociales, sin dar información sobre la identidad de la víctima ni las circunstancias del hallazgo. Una forma de decir mucho sin aclarar nada, como acostumbra la maquinaria oficial.
Horas antes, el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada ya había advertido en Facebook que “hay un fuerte despliegue de policías en el Reparto Salao, Micro 3 en Santiago de Cuba”. Una vez más, la prensa libre se adelanta al aparato estatal, que solo reacciona cuando no puede tapar el sol con un dedo.
Lo ocurrido no solo revela la crudeza de un crimen que hiela la sangre, sino también la profunda crisis de violencia e inseguridad que crece en Cuba mientras el régimen guarda silencio. La falta de información oficial no es casualidad: el castrismo prefiere maquillar la realidad para sostener el mito de una sociedad “segura”, aunque la evidencia le estalle en plena cara.
Mientras tanto, la gente de Santiago sigue con miedo, preguntándose qué pasó realmente y hasta dónde llegará esta espiral de violencia. Porque en un país donde el Estado se desentiende de los problemas reales de la gente, los ciudadanos quedan abandonados a su suerte, atrapados entre el crimen y la censura oficial.
