El régimen cubano ya encendió la maquinaria de propaganda rumbo al centenario del nacimiento de Fidel Castro, que será el 13 de agosto de 2026. Y como era de esperarse, la conmemoración no será un simple homenaje, sino una campaña política con todo el arsenal ideológico para que los cubanos “defiendan, conozcan y quieran” al dictador fallecido.
La vocera de turno fue Sissi Abay Díaz, subdirectora del Centro Fidel Castro Ruz, quien desde las páginas de Granma insistió en que el centenario debe convertirse en una oportunidad para “fortalecer las raíces patrióticas” y proyectar el pensamiento del Comandante hacia los más jóvenes. El problema es que esos mismos jóvenes han crecido sin vínculos emocionales con Fidel y hoy lo que buscan es salir del país, no rendirle culto al pasado.
Según Abay, la celebración incluirá actos públicos, actividades culturales, canciones, imágenes y hasta un proyecto editorial descomunal: 23 tomos de Obras Escogidas, con discursos, entrevistas y reflexiones del exgobernante. Todo será digitalizado, traducido y difundido fuera de Cuba, en el intento desesperado de mantener viva la influencia del caudillo más allá de la tumba.
La funcionaria asegura además que este centenario servirá para difundir los ejes del “pensamiento político” de Castro: el antimperialismo, la adhesión al marxismo, el ideario martiano, la defensa del Partido Comunista como supuesta “vanguardia” y la doctrina militar de la “guerra de todo el pueblo”. En otras palabras, la receta del fracaso que hundió al país durante décadas será presentada como legado heroico.
El texto oficialista también propone rescatar el “lado humano” del dictador: su carácter, sus amistades, su visión de la ciencia y la educación, todo en un intento de construir la imagen de un líder integral y ejemplar. La estrategia es clara: intentar seducir a niños y adolescentes que nunca convivieron con Fidel, para que lo vean como modelo a seguir, incluso en medio del desastre que vive la isla.
Abay llega a advertir que las nuevas generaciones están expuestas a “tergiversaciones en las redes sociales” y que por eso hay que conquistarlas con los “códigos de estos tiempos”. Lo que no reconoce es que esas mismas redes son la ventana por donde los jóvenes cubanos ven la realidad del mundo libre, en contraste con la ruina del sistema que heredaron de Castro.
Mientras la escasez, la inflación y el éxodo golpean a la gente de a pie, el régimen desvía recursos millonarios para sostener el culto a la personalidad de un hombre que ya no está, pero cuya sombra sigue pesando sobre la nación. Es el mismo guion de siempre: alimentar la propaganda mientras el pueblo sobrevive entre colas, apagones y hambre.
Las escenas recientes muestran hasta dónde llega la manipulación. En varias provincias, militares sembraron cien árboles como tributo a Fidel. En Guantánamo, se inauguraron comedores para “personas vulnerables” en su honor, como si el hambre que su sistema generó pudiera disfrazarse de homenaje. En Matanzas, el colmo: el nacimiento de un bebé fue presentado como “regalo al Comandante”, y lo registraron con el nombre Fidel, en un acto de sumisión disfrazado de espontaneidad popular.
El oficialismo pretende vender el centenario como símbolo de resistencia y unidad, pero para la mayoría de los cubanos, Fidel representa justo lo contrario: autoritarismo, represión y un modelo económico fracasado que dejó a un país entero atrapado en la miseria.
