El usuario de redes conocido como Abelito Nemo puso a circular unas fotos que retratan, sin filtros ni adornos, el derrumbe de lo que alguna vez fue el resort más grande de la cayería de Jardines del Rey, en pleno polo turístico de Cayo Coco. Un sitio que nació con el brillo de la propaganda castrista, pero que hoy no es más que un montón de ruinas tragadas por el abandono.
Aquel complejo, con capacidad para casi 700 huéspedes entre habitaciones y bungalows flotando sobre una laguna, fue vendido como un proyecto estrella de la cadena estatal Gran Caribe, en alianza con capital extranjero de Canadá y Holanda. Primero se llamó El Senador, luego El Emperador, hasta que en 2017 quedó desahuciado, supuestamente por los destrozos del huracán Irma. La realidad es que lo dejaron morir, como todo lo que toca el régimen.
Mientras millones de cubanos viven en casas apuntaladas, sin techo digno y con derrumbes a la orden del día, ese coloso turístico yace vacío, olvidado y custodiado solo por el silencio y las ratas. Un símbolo descarado de cómo el castrismo apostó siempre por inflar el negocio turístico de lujo, mientras abandonaba al pueblo a su suerte.
El lugar tenía dos hoteles unidos: El Mojito y El Emperador. El nombre de El Senador se debía a que uno de los inversionistas extranjeros era un famoso jugador de hockey canadiense conocido por ese apodo. El complejo se inauguró a todo trapo, con más de seis meses de preparativos y hasta la presencia del mismísimo Fidel Castro en una gala con ballet acuático y espectáculos dignos de Las Vegas, porque para la cúpula jamás hubo crisis.
Durante sus mejores tiempos, el hotel deslumbraba con cabañas sobre la laguna, restaurantes especializados, buffets repletos y hasta una discoteca con una pirámide de cristal majestuosa. Figuras como Félix Savón disfrutaron de aquel lujo reservado para extranjeros y privilegiados. Pero hoy las habitaciones apenas conservan algunas camas oxidadas, colchones podridos y mesitas de noche desarmadas. No queda ni una lámpara, ni una taza de baño, ni una cerradura. Solo ruinas y un anfiteatro fantasma, con la advertencia de que si te sorprenden caminando por allí, te sacan de inmediato.
El colmo es que, a pesar de estar cerrado por casi 15 años, se descubrió que al hotel se le seguía asignando mercancía, la cual era desviada y robada por trabajadores del cercano Hotel Mojito, otra joya del “experimento” turístico castrista. Ese Mojito fue, en su momento, la primera empresa mixta en Cuba, hija directa de la aventura fallida de El Senador.
Lo más triste es que este caso no es único. En Santiago de Cuba, por ejemplo, se pudren instalaciones como Corales Carisol, Costa Morena, Las Américas, El Balcón del Caribe y hasta el que un día fue el orgullo hotelero de la región: el cinco estrellas Hotel Santiago, hoy vacío y cayéndose a pedazos.