El Ministerio de Salud Pública del régimen confirmó este miércoles que cuatro personas permanecen en terapia intensiva por complicaciones de dengue, dos en estado grave y dos reportadas como críticas. Todo esto ocurre mientras los casos se multiplican en varias provincias, dejando al descubierto el desastre sanitario que sufre la isla.
El propio Francisco Durán, director nacional de Higiene y Epidemiología, reconoció que hay transmisión activa en siete provincias, además de nueve municipios y nueve áreas de salud. En Perico, Matanzas, se suman también casos de chikungunya, otro virus que el régimen no logra controlar.
El funcionario advirtió que la población debe acudir al médico ante cualquier síntoma, pero la realidad es otra: faltan medicamentos, los hospitales carecen de condiciones mínimas y las colas para una consulta son interminables. Mientras tanto, el virus oropouche sigue circulando en 11 provincias y el chikungunya mantiene su presencia en Matanzas.
Un sistema de salud en ruinas
Este brote de dengue ocurre en medio de un sistema sanitario prácticamente colapsado. Faltan recursos básicos, el agua potable es un lujo y los mosquitos campean a sus anchas debido a la falta de fumigación y control por parte del régimen. Las quejas de la población se multiplican en redes sociales, mientras la prensa oficial intenta maquillar la gravedad de la situación.
Durán también mencionó un “discreto aumento” de casos de hepatitis A, una enfermedad transmitida por el consumo de agua o alimentos contaminados. En un país donde hervir el agua o clorarla se ha vuelto casi imposible por la escasez, la prevención parece una tarea titánica.