Un choque entre un carro y una moto volvió a sacudir las calles de La Habana, esta vez en la intersección de 31 y 44, en el municipio Playa. El incidente, compartido en redes sociales por el usuario Heriberto Moreno en el grupo de Facebook Accidentes Buses & Camiones por más experiencia y menos víctimas, dejó imágenes que muestran el fuerte impacto: un auto verde con el frontal destrozado y una moto con serios daños.
Según relató Moreno, el accidente pudo haberse originado por una confusión con las luces del semáforo. Aclaró que no pretendía señalar culpables, pero dejó claro que alguien se incorporó cuando no debía. Lo cierto es que, una vez más, la improvisación y la falta de control en las calles cubanas se cobraron otra víctima del caos vial.
En los comentarios, un internauta identificado como Tony Perera aseguró que el motociclista, trabajador de la EASIG, terminó en cirugía. Aunque las autoridades no han confirmado nada, la noticia corrió rápido entre los vecinos de Playa. El propio Moreno reaccionó sorprendido: “Alabaoooo, me lo imaginé… pronta recuperación para el hombre”, escribió.
Este suceso no es un caso aislado. La misma semana estuvo marcada por varios accidentes en distintos puntos del país. En La Habana, un camión volcó en la Vía Monumental, en un tramo donde, según testigos, los inspectores de tránsito colocaron un control en plena pendiente sin medidas de seguridad. Otro hecho preocupante ocurrió en el Malecón, cuando un auto con ocho personas a bordo, entre ellos tres menores, se volcó cerca de la Tribuna Antimperialista. En Santa Clara, otro camión perdió el control en una rotonda conocida por su peligrosidad, y para rematar, un extranjero atropelló a nueve personas en La Habana, provocando la muerte de una mujer.
Las cifras oficiales son alarmantes: solo entre enero y marzo de 2025 se registraron 1,738 accidentes, con 1,514 heridos y 173 muertos, un aumento en comparación con el año anterior. Pero mientras el régimen insiste en culpar al llamado “factor humano”, los cubanos saben bien que los problemas van más allá: carreteras llenas de huecos, señalización deficiente, vehículos en ruinas y un transporte público colapsado que obliga a la gente a lanzarse a la calle en cualquier cacharro que ruede.
Hasta ahora, el gobierno no ha dado la cara por el accidente en Playa ni por el estado de salud de los involucrados. Como siempre, el silencio oficial es la norma, mientras la vida cotidiana de los cubanos se sigue jugando a la suerte entre semáforos rotos, calles en mal estado y un sistema que nunca asume responsabilidades.