El primer ministro cubano, Manuel Marrero, se dejó ver en Matanzas con una visita al Centro de Protección Social Rivera San Juan, vendida por la prensa oficial como un gesto de “compromiso”. Pero la realidad es que el pueblo sigue lidiando con apagones interminables, basureros desbordados y barrios que parecen haber sido olvidados por completo.
Según informó el telecentro TV Yumurí en Facebook, Marrero llegó acompañado por la dirigente del PCC Norma Llerena Pérez, la gobernadora Marieta Poey Zamora y otros funcionarios para “evaluar” las condiciones de vida de personas en situación de calle.
Pero los comentarios de los cubanos en redes sociales contaron otra historia. Coincidiendo con la visita, la luz regresó como por arte de magia a zonas que llevaban días enteros a oscuras. “Qué rápido aparecen los megawatts, por eso estamos bien jodidos”, soltó un vecino indignado. Otro ironizó diciendo que llevaba electricidad desde la madrugada, algo rarísimo en barrios donde el apagón es ley.
La gente no se tragó el show. Varios denunciaron que la escenografía fue maquillada para esconder la crisis diaria. “Tapando cosas mal hechas”, comentó un internauta, mientras otros pedían que Marrero viviera, aunque fuera una semana, las mismas penurias del cubano de a pie.
Las quejas se acumulan: fosas desbordadas, basura creciendo por doquier y transformadores quemados que dejan cuadras completas sin corriente durante días. Nada de esto se mostró en el recorrido oficial, que solo refuerza la percepción de que cada visita del gobierno es puro teatro para aparentar normalidad.
No es la primera vez. A finales de julio, Marrero hizo una gira similar en Ciego de Ávila, y en agosto fue Díaz-Canel quien visitó otro centro en Santa Clara. Todo esto mientras intentan borrar el impacto de las polémicas declaraciones de la exministra de Trabajo Marta Elena Feitó Cabrera, quien en julio soltó la barbaridad de que en Cuba “no existen mendigos”, solo “borrachos” y “simuladores”.
Sus palabras encendieron las redes y provocaron tal indignación que terminó renunciando horas después, aunque el régimen intentó vender la salida como un acuerdo “consensuado”. Apenas dos días más tarde, el propio gobierno reconoció que más de 310 mil cubanos viven en pobreza o vulnerabilidad extrema.
Pero aun con las cifras en la cara, La Habana sigue maquillando la indigencia con eufemismos como “deambulantes” o “vulnerables”, sin atacar las verdaderas causas: hambre, desempleo, abandono estatal y falta de políticas sociales reales.
En Matanzas, como en toda la isla, ancianos, enfermos y personas sin hogar sobreviven entre la basura, la miseria y la indiferencia de un régimen que prefiere montar escenografías para sus recorridos que resolver el desastre que ellos mismos han creado.
