Un nuevo vuelo de deportación aterrizó este jueves en La Habana, trayendo consigo a más cubanos expulsados de Estados Unidos y dejando, como siempre, un aire de misterio y silencio oficial que solo alimenta la incertidumbre sobre lo que les espera a estos compatriotas de vuelta en la Isla.
El Ministerio del Interior (MININT) se limitó a soltar una escueta nota en redes sociales, diciendo que esta es la octava operación del 2025 desde EE.UU. y la número 33 desde varios países de la región. Ni una palabra sobre cuántos venían, quiénes eran ni qué destino tendrán ahora que pisan tierra bajo control del régimen.
La opacidad sigue siendo la marca de la casa. Apenas mostraron un par de fotos del avión en la pista del Aeropuerto Internacional “José Martí”, sin detalles de los repatriados. Fue el periodista oficialista Lázaro Manuel Alonso quien, horas después, soltó que eran 161 migrantes irregulares, entre ellos 37 mujeres y 124 hombres, aunque también se cuidó de ofrecer más información.
“Dos de esas personas fueron trasladadas a investigación por supuestos delitos cometidos antes de salir del país”, dijo Alonso, repitiendo la narrativa policial que el régimen usa para justificar su control sobre quienes regresan.
Pero detrás de este vuelo había más ruido que de costumbre. Muchos sospechan que entre los deportados viajaba la exjueza cubana Melody González Pedraza, detenida por más de dos meses en Luisiana y cuyo caso destapó la podredumbre del sistema judicial cubano.
González fue presidenta del Tribunal Municipal de Encrucijada, en Villa Clara, y emigró a Estados Unidos en 2024 a través del parole humanitario. Sin embargo, le negaron el asilo político y ahí comenzó su calvario. Su esposo ya había sido deportado antes, pero su regreso se demoró, generando rumores de que La Habana no quería recibirla por haber denunciado cómo el Partido Comunista y el MININT manipulan a los tribunales.
El contraste con vuelos anteriores es evidente. En el del 31 de julio, por ejemplo, dieron cifras exactas: 118 cubanos repatriados, incluyendo 22 mujeres, y tres detenidos por supuestos delitos. Esa operación elevó el total de deportados en 2025 a 833 personas, en medio del endurecimiento migratorio bajo la administración de Donald Trump.
El discurso oficial sigue siendo el mismo: promueven una migración “segura y ordenada”, pero callan sobre el futuro que les espera a los repatriados, quienes muchas veces terminan bajo investigación, marginación social y las mismas penurias económicas que los empujaron a huir.
Cada vuelo no trae números; trae historias de desesperación. Son cubanos que vendieron lo poco que tenían, se endeudaron hasta el cuello o arriesgaron la vida en rutas peligrosas, solo para terminar de vuelta en una Isla que los recibe con represión y más miseria.
En el caso de Melody González, la situación es aún más delicada. Aquí no solo hay un drama humano, sino también político, que deja claro por qué el régimen prefiere el silencio.
Mientras tanto, miles de cubanos siguen atrapados en centros de detención o con órdenes de deportación en Estados Unidos. Para ellos, cada nuevo vuelo es una amenaza de regresar al país del que huyeron, donde el futuro sigue siendo tan incierto como oscuro.
