Decenas de familias cubanas se plantaron este domingo frente al icónico restaurante Versailles, en Miami, para exigirle al presidente Donald Trump que ponga fin al Travel Ban que tiene paralizados miles de casos de reunificación familiar.
Los manifestantes calificaron la medida de “inhumana”, pues mantiene a niños, abuelos y padres separados de sus seres queridos en Estados Unidos, aun cuando se trata de procesos totalmente legales que llevan años en trámite bajo estrictos requisitos migratorios.
Un clamor que crece con fuerza
La locutora Indira Solís explicó en sus redes sociales que los peticionarios reclamaron ante la prensa del sur de la Florida que se excluyan las categorías de reunificación familiar del veto migratorio, pues la prohibición está afectando a quienes ya pasaron revisiones exhaustivas de USCIS y del Centro Nacional de Visas.
“Son miles los casos que llevan años, incluso décadas, esperando ser aprobados. Todo revisado y controlado, con documentación e entrevistas previas”, comentó Solís.
El origen de la medida y sus efectos
El Travel Ban, aplicado en junio tras la negativa del régimen cubano a recibir a sus propios ciudadanos con órdenes de deportación, solo permite excepciones para familiares inmediatos de ciudadanos estadounidenses: esposos, padres e hijos menores.
Esto deja fuera a miles de beneficiarios que ya habían iniciado su trámite, creando una situación de atraso y desesperación para familias que solo quieren reunirse.
“Un castigo político disfrazado”
El reconocido abogado de inmigración Willy Allen denunció que esta política “no tiene nada que ver con la seguridad nacional ni con la ley migratoria”, sino que se trata de un castigo político que deja atrapados a miles de solicitantes que cumplieron todos los pasos exigidos por el sistema estadounidense.
Familias contra la burocracia y la manipulación
Los manifestantes insistieron en que el clamor por la reunificación seguirá creciendo mientras la administración Trump mantenga el veto, pero dejaron claro que la raíz del problema sigue siendo la intransigencia del régimen cubano, que ha convertido a sus propios ciudadanos en piezas de chantaje político.
“Esto no es política, es cuestión de familias que quieren estar juntas y nada más”, dijo una de las asistentes, dejando en claro que el dolor humano está por encima de cualquier cálculo del poder.