El nieto de Fidel Castro, Sandro Castro, vuelve a encender la polémica con dos videos publicados por el youtuber Cazorla Espino, grabados en Cuba y promocionados en Instagram con la promesa de que “responde todas las preguntas”.
En uno de ellos, el joven insiste en que no tiene nada que ver con la política y que las críticas que recibe se deben únicamente al peso de su apellido. “Mi apellido es político por mi familia, pero yo no tengo que ver con eso. A mí ni me gusta la política, no es lo mío”, dijo con aparente orgullo por llevar el nombre Castro, pero asegurando que su camino es otro.
Según él, su presencia en redes es lo que lo hace blanco de ataques. “Como me he dedicado a trabajar en las redes, estoy más mediático; quizá por eso me caen arriba”, agregó.
De la política a la música: un giro con sabor a negocio
En medio de este discurso de despolitización, Sandro anunció que lanzará su propia disquera, “Castro Récord”, con la que pretende difundir su música y la de nuevos artistas cubanos. Incluso planea producir documentales y otros contenidos audiovisuales.
Sin embargo, sus declaraciones chocan con lo que dijo hace poco en Instagram, cuando dejó abierta la puerta a una futura carrera política. “Por mi país haría cualquier cosa, siempre que mi pueblo esté de acuerdo”, soltó entonces, sembrando dudas sobre si realmente quiere alejarse de ese mundo o si está tanteando el terreno para heredar, de alguna manera, el poder que lo rodea.
Un debut que muchos ven como burla
El joven estrenó recientemente en YouTube su primer videoclip, “La Cristach”, un tema de reparto junto a tres músicos que se hacen llamar “los hijos de Obbatalá”. En el adelanto se le escucha gritar: “Sientan la mordida que se viene, cabrones”, frase que desató comentarios por su tono excéntrico y ajeno a la dura realidad de la isla.
Y es que Sandro no es nuevo en la polémica. Vive rodeado de lujos, fiestas privadas y proyectos personales que contrastan con la crisis y la miseria que padecen millones de cubanos. Basta recordar el escándalo de 2021, cuando fue grabado manejando un Mercedes Benz en plena escasez de combustible, un episodio que obligó a sus disculpas públicas, pero que dejó claro en qué burbuja se mueve.
Entre la burbuja y la desconexión del país real
Mientras Sandro intenta reinventarse como artista y empresario, el pueblo sigue hundido en una crisis histórica que el propio apellido Castro ayudó a crear. Su vida de excesos no solo genera rechazo, sino que recuerda la enorme desconexión entre la élite que goza de privilegios y los cubanos que apenas sobreviven.