La Aduana del régimen en Cuba salió en los medios presumiendo que había “frustrado” un intento de sacar del país más de 4,400 tabacos sueltos con anillas, incautados en el aeropuerto internacional de La Habana.
El anuncio lo hizo el vicejefe de la Aduana General, Wiliam Pérez González, quien en su nota en redes apenas dio detalles: ni cuántas personas estaban implicadas ni si los puros eran auténticos o simples falsificaciones. Y ahí mismo está el detalle, porque todo apunta a que eran copias, de esas que igual se venden como pan caliente fuera de la isla.
En su mensaje, el funcionario dejó claro que este tipo de contrabando deja jugosas ganancias en el mercado negro y que el caso pasó a manos de la Policía Nacional Revolucionaria. Lo que nunca dice el régimen es que ese mismo mercado ilegal lo alimenta la propia miseria que ellos han creado: un país donde la gente sobrevive “inventando” porque el Estado no le ofrece nada.
Las autoridades insisten en que mantienen “estrictas medidas de control” en los aeropuertos para “proteger los recursos del país”. Pero la realidad es otra: lo que intentan proteger no es el bienestar de los cubanos, sino el negocio millonario de la élite con el tabaco, mientras al pueblo solo le queda ver los habanos de lejos, como si fueran piezas de museo.
Este show mediático no es nuevo. En 2022, la aduana de Miami reportó un aumento de viajeros desde Cuba denunciando decomisos de alcohol y tabaco que habían comprado en la isla. Un año después, Estados Unidos recordó que esos productos estaban prohibidos en el equipaje y serían confiscados al llegar.
Mientras tanto, dentro del propio país siguen apareciendo reportes de intentos de meter drogas disfrazadas de cualquier cosa: desde paquetes de toallitas húmedas hasta latas de atún o estructuras de maletas adaptadas. El régimen los anuncia con bombo y platillo como si fueran hazañas, pero la vida cotidiana demuestra que la corrupción y el tráfico siguen vivitos y coleando bajo sus narices.
Al final, esta noticia de los 4,400 tabacos es solo otro capítulo del circo aduanero de la dictadura: propaganda barata para aparentar control, mientras Cuba sigue hundida en la crisis más dura de su historia reciente.