Un grave accidente sacudió la madrugada de este lunes a la termoeléctrica Antonio Maceo, conocida como Renté, en Santiago de Cuba. Un trabajador de apenas 31 años terminó entre la vida y la muerte luego de que una tubería de vapor a 10 atmósferas explotara en la unidad 5, recién sincronizada para aportar unos 25 megavatios al sistema eléctrico nacional.
El impacto fue devastador. El obrero sufrió quemaduras en casi el 90% de su cuerpo y, en medio del caos, cayó por una escalera de más de cinco metros, golpeándose la cabeza con fuerza. Su estado fue descrito como crítico y reservado por quienes lograron asistirlo.
Lo más indignante es que, según denunció la página de Facebook La Tijera, en Renté los mantenimientos se realizan prácticamente “con las manos vacías, con nada, absolutamente nada”, como reconocieron trabajadores de la planta. No hay insumos, no hay equipos modernos, no hay condiciones mínimas para trabajar… pero sí hay órdenes de arrancar máquinas viejas una y otra vez, como si fueran eternas.
Tras la tragedia, los propios compañeros del herido tuvieron que recolectar dinero para comprar huevos, un remedio improvisado que se usa en Cuba para tratar quemaduras. Esto debido a que en el hospital donde fue ingresado ni siquiera había lo necesario para salvarle la vida de manera digna.
Por si fuera poco, el régimen ordenó silenciar el caso. Según La Tijera, el Ministerio del Interior dio la instrucción de no divulgar detalles sobre lo ocurrido ni sobre la identidad del trabajador. Una muestra más de cómo el gobierno intenta maquillar su fracaso energético y esconder el precio humano que pagan los obreros.
Este accidente ocurre en medio de la crisis eléctrica más fuerte de los últimos años, con apagones que en algunas zonas superan las 12 horas diarias. Las plantas, viejas y al borde del colapso, son forzadas a producir sin parar, mientras el régimen sigue sin garantizar mantenimiento, piezas de repuesto o modernización tecnológica.
La unidad 5 de Renté llevaba meses dando tumbos, con arranques intermitentes desde 2024. Apenas lograron ponerla en marcha de nuevo, ocurrió el desastre. Y, como siempre, la falta de recursos se combina con un sistema de salud desabastecido y un secretismo oficial que solo aumenta la indignación.
Las cifras oficiales son escalofriantes: en 2024 se registraron 934 accidentes laborales en Cuba, dejando 975 trabajadores lesionados y 52 muertos. Números que hablan solos y dejan claro que en el país no solo se trabaja sin condiciones, sino también sin derechos y sin protección real.