Lis Cuesta vuelve a dar de qué hablar. La esposa del gobernante Miguel Díaz-Canel, sin cargo oficial pero siempre pegada a su lado en cada viaje, se dejó ver en Vietnam luciendo unas gafas de lujo Dolce & Gabbana valoradas en más de 270 dólares. El detalle sería banal en cualquier otro país, pero en una Cuba sumida en apagones, hambre y miseria, la imagen duele como una bofetada.
Al cambio real que rige en la calle, donde un dólar equivale a 410 pesos cubanos según la Tasa Representativa del Mercado Informal de El Toque, esas gafas equivalen a más de 111 mil pesos cubanos. Para que se entienda mejor: un trabajador con salario mínimo tendría que entregar cuatro años y medio de sueldo completo para comprarlas. Y hasta con un salario medio de 6.000 pesos, el sacrificio sería de más de un año y medio de trabajo.
El contraste no podía ser más obsceno. Mientras Lis pasea con gafas italianas de lujo en giras internacionales, en Cuba arrancó el curso escolar con padres que apenas pueden costear lo más básico para sus hijos. Una mochila ronda los 7.000 pesos, un par de zapatos pasa de los 10.000 y hasta los forros para libretas cuestan 150 pesos cada uno. Realidades imposibles para familias que sobreviven con sueldos que se evaporan en un abrir y cerrar de ojos.
No es la primera vez que la élite gobernante hace gala de su lujo en medio de la miseria del pueblo. Ya antes, las miradas se posaron en el hijo de Lis Cuesta, hijastro de Díaz-Canel, fotografiado con un portafolio de la marca Montblanc, valorado en miles de dólares. La ostentación de la familia contrasta con un país donde millones hacen colas eternas por un pedazo de pan, no encuentran medicinas y viven en casas al borde del derrumbe.
En redes sociales, los cubanos no se guardaron nada. Un comentario resume lo que muchos piensan: “La misma cantidad de dinero que les sobra, es la misma cantidad de vergüenza que les falta”.
La imagen de Lis Cuesta, viajando cómoda y rodeada de lujos mientras acompaña al gobernante en cada gira, es el retrato perfecto del abismo entre la cúpula del poder y la dura realidad del pueblo cubano. Un régimen que habla de sacrificio y resistencia, pero que vive con gafas Dolce & Gabbana mientras los niños van a la escuela sin zapatos.