La diseñadora cubana Saday Modista salió en redes sociales a darle las gracias a Lis Cuesta, esposa de Miguel Díaz-Canel, por lucir uno de sus vestidos durante la visita oficial del gobernante a Vietnam.
En un post publicado en Facebook, la marca celebró que la llamada “no primera dama” vistiera un diseño inspirado en la guayabera, prenda símbolo de la identidad cubana. Según expresaron, se trataba de un guiño a la “elegancia cubana” en un evento internacional.
Las fotos difundidas muestran a Cuesta posando sonriente junto a Ngô Thị Phương Ly, esposa del secretario general del Partido Comunista de Vietnam, en actividades oficiales y culturales. Desde la firma resaltaron la importancia de “proyectar la cubanía” en escenarios internacionales, como si ese gesto simbólico pudiera maquillar la dura realidad que se vive en la Isla.
Pero lo que para la diseñadora fue motivo de orgullo, para la mayoría de los cubanos es un trago amargo. La exhibición de Lis Cuesta contrasta con un país hundido en apagones, escasez y miseria, donde la gente hace colas infinitas para conseguir un pedazo de pollo o un paquete de detergente.
Mientras tanto, ella viaja feliz junto a Díaz-Canel en una gira asiática que incluye Vietnam, China y Laos, a bordo de un avión arrendado cuyo alquiler supera los 11 mil dólares por hora de vuelo, según medios independientes. Esa sola cifra explica por qué en Cuba no hay medicinas ni transporte, pero sí dinero para pasear dictadores en jet privado.
La propaganda del régimen intenta mostrar a Cuesta como imagen de cubanía y diplomacia, pero lo cierto es que cada una de estas apariciones públicas expone el abismo entre la cúpula gobernante y el pueblo. En un momento en que miles de familias sobreviven entre apagones y hambre, la esposa de Díaz-Canel desfila por el mundo como si representara a una nación próspera.
La guayabera que ella viste no es símbolo de elegancia, sino un recordatorio de la farsa. Porque mientras Lis Cuesta presume de “cubanía” en Vietnam, la verdadera Cuba está apagada, rota y desesperada por sobrevivir.