La Habana amaneció sacudida tras el atropello múltiple ocurrido el pasado 25 de agosto, un hecho que las autoridades intentaron mantener en silencio durante varios días y que ahora revela la cara más oscura de la impunidad en Cuba.
El presunto responsable fue identificado como Berto Savina, mejor conocido en la isla como Bartolomeo Sabina Tito, un ciudadano italiano con casi dos décadas de negocios en Cuba y dueño de la tienda en dólares Casalinda. El accidente, que tuvo lugar en plena madrugada, dejó un saldo trágico: una víctima mortal y ocho heridos, entre ellos tres mujeres de la misma familia.
El auto implicado, un Audi rojo de lujo, pertenece al propio empresario europeo, quien según vecinos del barrio, suele alardear de sus “conexiones en lo más alto” del régimen cubano.
Silencio, miedo y amenazas
Los residentes del lugar donde ocurrió la tragedia confesaron a reporteros independientes que hablar de lo sucedido es un riesgo. “No preguntes mucho, eso está en candela”, advirtió uno de ellos. La reacción de miedo entre los vecinos explica por qué el nombre de Savina tardó tanto en hacerse público: sus vínculos con la cúpula castrista pesan más que la justicia.
Un amigo de los Castro
No se trata de un simple empresario extranjero. Savina era cercano al propio Fidel Castro y, además, mantiene negocios con Paolo Titolo, esposo de Mariela Castro Espín. De hecho, tanto Mariela como su marido figuran como socios en Casalinda, un detalle que todos en las altas esferas conocen, pero que se mantiene escondido para el pueblo.
Este entramado de relaciones revela cómo, en Cuba, los negocios y la política están atados de la mano de la familia real del castrismo, mientras el ciudadano común paga las consecuencias del caos, la escasez y ahora, de la impunidad.
Indignación dentro y fuera de Cuba
El caso ha provocado un fuerte malestar en la ciudadanía. Muchos ven en este atropello un nuevo ejemplo de cómo los amigos del poder pueden hacer lo que quieran, sin rendir cuentas.
Mientras tanto, los familiares de la víctima mortal, Mairovis Valier Heredia, de apenas 34 años, exigen justicia y claman porque la tragedia no quede enterrada bajo el manto de la protección política.
En una isla donde los de arriba siempre salen ilesos, este caso vuelve a poner sobre la mesa la gran pregunta: ¿habrá justicia para los cubanos de a pie, o el régimen volverá a tapar la verdad para proteger a los suyos?
