En Santiago de Cuba la inseguridad no da tregua, y esta semana volvió a quedar en evidencia con un episodio que encendió las redes sociales. Vecinos del reparto Escario, cerca de los edificios de 18 Plantas en la avenida Garzón, capturaron a un arrebatador de teléfonos en plena calle. Una vez más, fue la comunidad quien hizo el trabajo que debería estar haciendo la Policía.
El hombre fue identificado como Alexander, residente en las cercanías del Hospital Oncológico Conrado Benítez. Los santiagueros lo conocen de sobra: su nombre aparece una y otra vez vinculado a robos y arrebatos, pero siempre termina de regreso en la calle. Tal y como recordó en Facebook el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, no es la primera vez que lo agarran en plena faena: “Hace un tiempo lo atraparon en Calle 4 tras otro arrebato y al otro día ya estaba en la calle”. La gente está convencida de que hay complicidad de la Policía, que lo libera pese a su historial.
Los videos que circularon en redes muestran la indignación de los vecinos. Una multitud lo rodeó, lo amarró con las manos hacia atrás y lo enfrentó directamente. Se escuchan gritos de “¡El teléfono, el teléfono!” y una mujer lo acusa de “¡Descarao!”. Entre los presentes había de todo: hombres, jóvenes y hasta ancianos que no dudaron en sumarse al acto de justicia popular.
Las reacciones de los internautas fueron igual de duras. “En dos días lo sueltan de nuevo para las calles”, comentó uno con resignación. Otro fue más radical: “Ahí es donde tienen que sobarlo a golpe el pueblo, que después lo multan y lo sueltan porque esos elementos no hablan mal del gobierno”. Y una santiaguera resumió la frustración con ironía: “Los policías están sentados en las unidades echando barriga y los delincuentes acabando con los trabajadores sacrificados”.
Lo más preocupante es que este caso no es aislado. En semanas recientes, Santiago ha sido escenario de episodios similares. En el reparto Santa Bárbara, un ladrón con cuchillos fue reducido y amarrado a un poste por los vecinos. En la misma avenida Garzón, otro arrebatador fue retenido entre gritos hasta que apareció la Policía, siempre después de que la gente hubiera hecho todo el trabajo.
El patrón se repite: la PNR llega tarde, interviene solo cuando ya el pueblo actuó, y los detenidos salen libres en poco tiempo. Eso alimenta la percepción de impunidad total y deja a los barrios en un estado de tensión constante.
Hoy caminar por Santiago se siente como un deporte de alto riesgo. Entre la crisis económica y el deterioro de la seguridad ciudadana, los asaltos a plena luz del día son cada vez más frecuentes. La gente ya no espera nada de la Policía y prefiere defenderse colectivamente, aun a costa de arriesgarse a problemas legales.
Mientras tanto, el discurso oficial habla de “defensa del pueblo”, pero la realidad es que ese mismo pueblo vive atrapado entre el miedo a los delincuentes y la desprotección de un Estado que ni siquiera puede garantizar lo más básico: andar seguro por la calle.