La tragedia ocurrida el pasado 25 de agosto en La Habana, donde una mujer perdió la vida y otras ocho personas resultaron heridas tras un atropello múltiple, sigue envuelta en un mar de dudas y silencios oficiales. La falta de información clara por parte del régimen cubano ha disparado rumores, desmentidos y especulaciones, dejando a la opinión pública sin respuestas y a una familia rota exigiendo justicia.
En un intento de frenar la ola de comentarios, desde voceros oficialistas hasta negocios vinculados al empresario italiano Bartolomeo “Berto” Savina Tito salieron a negar cualquier relación suya con el accidente. Incluso su hijo se vio obligado a hablar públicamente, luego de que medios independientes lo señalaran como presunto implicado.
La tienda en divisas Casalinda, uno de los negocios de Savina en la isla, publicó una nota asegurando que “no existe evidencia alguna que lo relacione con esos hechos” y que el empresario mantiene sus funciones en Italia. La empresa fue más allá y calificó las publicaciones como un intento de dañar la reputación de su socio, recordando sus más de tres décadas de negocios en Cuba, muchos de ellos en alianza directa con el conglomerado militar GAESA, el verdadero dueño de la economía cubana.
El primero en salir al ruedo fue el vocero del régimen, Humberto López, quien repitió el mismo guion: Savina, también dueño de Italsav, no estaría en Cuba desde el 18 de agosto y, por lo tanto, no podría ser responsable. Aun así, en su discurso evitó aclarar el detalle más importante: ¿quién fue realmente el conductor detenido?.
Poco después, el propio Gianluca Savina, hijo del empresario, declaró en redes sociales que su padre había regresado a Italia el 19 de agosto, seis días antes del accidente. Tachó la información de “falsa” y advirtió que emprenderán acciones legales por difamación. “La persona que causó el incidente ocurrido en La Habana el 25 de agosto no es Berto Savina”, insistió, al tiempo que confirmó que la Embajada de Italia en Cuba ya fue notificada.
Mientras tanto, la versión oficial se mantiene bajo un manto de opacidad. El Ministerio del Interior solo ha soltado que el responsable es un “ciudadano extranjero”, pero no ha revelado ni su nombre ni su nacionalidad. Ese silencio, combinado con las estrechas conexiones de Savina con la élite cubana —hay fotos suyas junto a Fidel Castro, Esteban Lazo y Miguel Díaz-Canel—, ha alimentado aún más las sospechas de un encubrimiento para proteger a un aliado del régimen.
En medio de esta maraña de desmentidos, la voz más fuerte es la de la familia de la víctima, Mairovis Valier Heredia, de 34 años, quien murió al instante en el atropello. Su madre lo dejó claro en redes sociales: “Yo no duermo ni vivo. Pido la pena máxima para ese hombre que le quitó la vida a mi hija”.
La demanda de justicia de esta familia contrasta con el cinismo de un régimen más preocupado en lavar la cara de sus socios extranjeros que en responderle al pueblo cubano. Una vez más, la opacidad oficial y los vínculos turbios entre negocios y poder en la isla dejan en evidencia cómo en Cuba la verdad suele enterrarse bajo el peso de los intereses del castrismo.