Cuando uno piensa en un hospital oncológico, lo primero que viene a la mente es un lugar donde se lucha por la vida, donde la higiene y el cuidado deberían ser prioridad absoluta. Pero en Camagüey, la realidad es otra: el Hospital Oncológico de la ciudad se ha convertido en escenario de un verdadero escándalo sanitario… ¡una plaga de cucarachas campa a sus anchas en medio de pacientes inmunodeprimidos!
La denuncia salió a la luz gracias al periodista independiente José Luis Tan Estrada, quien mostró imágenes que parecen sacadas de una película de terror. No hablamos de un par de insectos despistados, sino de una infestación que se ha extendido por casi todo el hospital, afectando salas, pasillos y hasta las áreas donde se supone que todo debería estar esterilizado.
Lo más preocupante es que no se trata solo de un problema visual o de incomodidad. Estamos hablando de pacientes con defensas bajas, en tratamientos delicados, que ahora tienen que enfrentarse al riesgo de infecciones graves debido a la insalubridad. Familiares y trabajadores de la salud están alarmados, y con toda razón. ¿Cómo se puede recibir quimioterapia rodeado de cucarachas?
La comunidad ha levantado la voz y exige que se tomen medidas inmediatas: fumigación, limpieza profunda y un control sanitario real. Porque, seamos sinceros, un hospital con plagas no es un hospital, es una amenaza para quienes dependen de él.
Y lo peor es el silencio de las autoridades. Hasta ahora, ningún pronunciamiento oficial, ninguna solución a la vista. Mientras tanto, pacientes y acompañantes viven en la incertidumbre, sintiéndose abandonados en un lugar donde lo único que debería importar es salvar vidas.
Este problema no es aislado. Otras denuncias recientes apuntan que el Hospital Provincial Manuel Ascunce Domenech y el Pediátrico Eduardo Agramonte Piña también enfrentan condiciones críticas de insalubridad: cucarachas, orina estancada, malos olores y utensilios sucios forman parte del día a día. Una postal que contradice totalmente la idea de un sistema de salud “ejemplar” que todavía intentan vender hacia afuera.
Lo que debería ser un espacio de esperanza se está transformando en un foco de peligro. Y mientras las autoridades miran para otro lado, los pacientes —los más frágiles y vulnerables— son quienes pagan las consecuencias.