En Las Tunas se desató el corre-corre este 3 de septiembre, cuando un vecino levantó la voz denunciando que en plena calle Julián Santana podían haber aparecido restos humanos. La noticia corrió como pólvora en redes y entre los vecinos, porque en Cuba la gente está acostumbrada a esperar lo peor cuando se trata de sucesos turbios.
Al llegar al lugar, las autoridades recogieron los huesos y los mandaron para el Hospital Provincial Ernesto Guevara de la Serna. Después de los análisis, los peritos de Medicina Legal concluyeron que eran de animales y no de personas. Pero claro, el daño ya estaba hecho: el barrio entero estaba en vilo, pensando en asesinatos y desapariciones.
El MININT salió con su típica aclaración tardía, justo después de que páginas como La Tijera encendieran la chispa, apuntando hacia un vecino conocido como “Mala Suerte”. Según los propios residentes, ese hombre es de armas tomar: agresivo, con un prontuario de violencia y que mete miedo nada más de verlo.
En redes circularon testimonios donde se decía que el hallazgo podía estar vinculado a personas desaparecidas o a crímenes sin resolver. Incluso se comentó que el sujeto habría confesado bajo efectos de drogas tener cuerpos enterrados en su patio, algo que nunca fue confirmado oficialmente, pero que aumentó todavía más el pánico.
Los vecinos describen a “Mala Suerte” como un tipo errático, con historial de broncas y comportamiento fuera de control. Ese retrato colectivo bastó para que medio barrio creyera que la tragedia era real, porque en un país donde la policía responde más a proteger al régimen que a la gente, la desconfianza en las instituciones es total.
El caso deja al desnudo la fragilidad de la vida cotidiana en Cuba: una comunidad llena de miedo, rumores que vuelan sin filtro y un Estado incapaz de dar respuestas claras a tiempo. Por ahora no se sabe si el vecino señalado enfrentará consecuencias legales, ni qué más guarda este expediente a medias.