El régimen cubano sigue enredado en su propio silencio tras el atropello múltiple ocurrido en La Habana el pasado 25 de agosto, un hecho que dejó una víctima mortal y varios heridos. Ahora, para apagar el fuego de las sospechas, sacaron a la palestra a su vocero estrella, Humberto López, quien corrió a negar que el ciudadano italiano Bartolomé (Berto) Savina tenga algo que ver con el caso.
En una publicación en Facebook, López aseguró que Savina “no guarda relación alguna con el lamentable suceso” y que incluso había salido de Cuba el 18 de agosto, una semana antes del accidente. Como si fuera poco, lo pintó como un extranjero de prestigio, con una larga relación con la isla y con los cubanos.
Pero mientras el vocero oficialista intentaba lavar la imagen de Savina, lo que no dijo ni de casualidad es que el régimen ha mantenido un silencio sepulcral sobre la investigación. Ese vacío informativo ha dado pie a rumores y sospechas sobre la verdadera identidad del responsable del atropello.
El propio Ministerio del Interior (MININT) había publicado un comunicado horas después del accidente. Allí reconocían que un “ciudadano extranjero” atropelló a nueve personas, causando la muerte de Mairovis Valier Heredia, de 35 años, pero nunca revelaron el nombre del culpable. Solo mencionaron que estaba detenido y bajo investigación. Hasta hoy, no hay más detalles.
El escándalo tomó fuerza cuando el medio independiente 14yMedio reveló que el detenido sería precisamente Berto Savina, un empresario italiano con lazos cercanos a la cúpula castrista, dueño de la tienda en divisas Casalinda y con fotos públicas al lado de Miguel Díaz-Canel. Esa revelación obligó al régimen a reaccionar y soltar a su propagandista más fiel para intentar apagar el incendio.
La contradicción es evidente: mientras el oficialismo trata de desmentir a los medios independientes acusándolos de manipular “el dolor como arma”, las familias afectadas siguen sin recibir respuestas claras. La hermana de la víctima ha denunciado públicamente que nadie les dice quién fue el responsable del atropello, lo que deja al descubierto la falta de transparencia de las autoridades.
A estas alturas, lo único real es que una cubana perdió la vida, ocho más resultaron heridas y el gobierno insiste en esconder la verdad detrás de un muro de medias tintas y comunicados ambiguos. Lo que debería ser simple —decir quién fue el culpable— se ha convertido en un misterio de Estado.