El régimen cubano volvió a hacer de la miseria un espectáculo. Este miércoles, en Vertientes, Camagüey, las autoridades celebraron con bombo y platillo la incorporación de un horno de leña en la panadería estatal de la UEB Alimentaria, como si se tratara de un gran logro para el pueblo.
La noticia se anunció en redes oficiales como una “innovación” para mantener la producción del pan de la canasta familiar normada, en medio de la crisis electroenergética que mantiene a la Isla apagada y en retroceso.
“Ciencia e innovación” al estilo castrista
En declaraciones a la emisora oficialista Radio Vertientes, la directora de la unidad, Mayelín Borrego Hernández, aseguró que el horno fue construido por los propios trabajadores y que el modelo se replicará en otras zonas rurales. Según ella, esto forma parte de un plan de “ciencia e innovación”.
Lo cierto es que, mientras el mundo hornea con tecnología de punta y hornos eléctricos modernos, en Cuba la supuesta “estrategia” del gobierno es volver a prender fuego con leña. Un viaje directo a la Edad Media, disfrazado de solución creativa.
En un pequeño acto de inauguración, la administración de la empresa entregó reconocimientos a los trabajadores que participaron en la obra. Las autoridades locales incluso catalogaron la ocurrencia como un paso dentro de las “proyecciones estratégicas del gobierno”.
El pan, otro reflejo del fracaso
La propaganda oficial intenta presentar estas improvisaciones como gestos heroicos, pero la realidad es clara: el régimen es incapaz de garantizar los servicios básicos más elementales. El pan, alimento esencial en la mesa de cualquier cubano, se ha convertido en una lotería diaria marcada por apagones, retrasos y mala calidad.
En abril, una panadería de Centro Habana también tuvo que encender fogones de leña para poder cumplir con la entrega normada. El gobierno presentó el hecho como una “solución ingeniosa”, cuando en realidad es la prueba viviente de que la Isla retrocede a pasos agigantados.
La situación es crítica en toda Cuba. En barrios de La Habana como Guanabacoa, Regla, Boyeros y Plaza de la Revolución, los vecinos denuncian que pasan días enteros sin recibir pan. En otros lugares, lo poco que llega es más pequeño de lo establecido o aparece a horas impredecibles, obligando a las familias a hacer colas interminables por un producto que debería estar garantizado.
Lo que el régimen vende como innovación no es más que miseria maquillada. En vez de resolver la crisis estructural que mantiene al país en apagones constantes, la dictadura sigue improvisando medidas que atrasan décadas el desarrollo de la nación, mientras el pueblo se queda sin pan y sin futuro.