El castrismo no se cansa de coleccionar promesas absurdas, y ahora ha salido con una nueva joyita para la vitrina del fracaso económico: la aspirina que necesitan los cubanos se fabricará en China. Sí, así mismo, ni un medicamento básico de toda la vida se puede producir en la Isla, y el régimen lo vende como un triunfo.
Según el panfleto oficial Granma, la farmacéutica estatal Medsol transfirió tecnología a la empresa Hubei C&C, en Wuhan, para que desde allá se elaboren las tabletas de 81 miligramos que consumen miles de pacientes en Cuba. En teoría, en esta primera fase se producirían más de 100 millones de pastillas, cantidad suficiente —dicen ellos— para cubrir la demanda nacional. El detalle es que aquí, en la tierra del “bloqueo interno”, las farmacias siguen vacías y lo único que abunda es el cartel de “no hay”.
Mayté Pérez, directora de Medsol, soltó con toda seriedad que la producción alcanzará para cubrir las necesidades hasta 2026. Sobre el papel suena muy bonito, pero la realidad en la Isla es otra: más del 70% de los medicamentos esenciales están en falta, y no hay aspirina, ni antibióticos, ni pastillas para la hipertensión, mucho menos tratamientos para pacientes diabéticos o asmáticos.
El propio régimen tuvo que reconocer que de los 651 fármacos del cuadro básico, 461 están en falta total o con cobertura mínima. Una catástrofe que golpea con más fuerza a los sectores más vulnerables: niños, embarazadas, ancianos y enfermos crónicos.
Mientras tanto, la prensa oficial canta loas a Díaz-Canel, que en su reciente gira por Asia apareció sonriente junto a Xi Jinping, vendiendo la idea de una cooperación “estratégica” que incluye agricultura, inteligencia artificial, cultura y, por supuesto, medicina. Como si un apretón de manos en el Gran Palacio del Pueblo fuese a llenar las estanterías vacías de las farmacias cubanas.
Por si fuera poco, en Vietnam inauguró otra planta de medicamentos de alta tecnología bajo la empresa mixta Genfarma. Allí, con su tono de “visionario improvisado”, dijo que era “la empresa mixta más rápida” que habían creado y que estaban “soñando con la perspectiva futura”. Soñar es lo único que le queda al régimen, porque en la Cuba real lo que hay es insomnio y dolor de cabeza… y sin aspirina.