Lo que muchos temían está pasando: los síndromes febriles se han disparado en Matanzas, especialmente en el municipio Unión de Reyes. Aunque las autoridades tratan de disfrazar la gravedad del asunto, ya tuvieron que trasladar un puesto de mando hacia las zonas más afectadas, improvisar con personal recontratado y, cómo no, pedirle a la población que refuerce el famoso “autofocal” en sus casas.
El periódico oficialista Girón fue el encargado de dar la noticia en Facebook, donde el director municipal de Salud Pública, Raydel Alejandro Sotés Carrera, reconoció que el aumento de enfermos febriles es más fuerte en Alacranes y en Unión de Reyes. Dicho en buen cubano: el dengue está corriendo sin freno.
Las estadísticas son claras y preocupantes. En Alacranes, las manzanas 18, 19, 20, 21 y 28A están reportando la mayor parte de los casos. Mientras que en Unión de Reyes, las zonas 46, 39, 26A y 11 encabezan la lista roja. No es un problema aislado, sino un brote que ya se expandió por buena parte del municipio.
Para tratar de reaccionar (aunque tarde), las autoridades decidieron montar un puesto de mando en el propio epicentro del brote. La idea es acelerar las acciones de fumigación, control del mosquito y vigilancia epidemiológica. Pero lo cierto es que todo apunta a un plan de emergencia más que a una estrategia seria, con recontratación de viejos fumigadores y trabajadores traídos de otros policlínicos.
En los primeros días se fumigaron 496 viviendas, se realizaron 237 tratamientos focales, se detectaron 4 focos de mosquitos y se procesaron 28 PCR. Además, se pesquisaron 592 personas, de las cuales 21 presentaban fiebre sin haber acudido a centros de salud. Es decir, hay un subregistro evidente y un riesgo de transmisión aún mayor.
Como parte de las medidas, se evalúa trasladar un laboratorio temporal para realizar pruebas diagnósticas, incluyendo el test de IGM al sexto día de síntomas, que ayuda a identificar el serotipo del dengue. Esta movida deja al descubierto lo que todos sospechan: el régimen ya no puede seguir ocultando que el dengue está golpeando duro.
El discurso oficial insiste en reforzar el autofocal familiar: tapar tanques, eliminar depósitos de agua y cortar todo lo que pueda convertirse en criadero del temido Aedes aegypti. El problema es que en muchas comunidades ni siquiera hay agua corriente regular, lo cual convierte la medida en una ironía dolorosa.
Y para colmo, en la propia provincia de Matanzas se confirmó recientemente un brote de chikungunya, lo que agrava el panorama sanitario. Varios vecinos denuncian que hasta el 70 % del barrio presenta síntomas compatibles con arbovirosis, sin pruebas sistemáticas ni acceso a tratamientos efectivos.
La crisis no se limita a Matanzas. En Ciego de Ávila también se reporta un incremento notable de casos, con varios pacientes hospitalizados, algunos en estado grave. De hecho, al menos cuatro personas han terminado en terapia intensiva por dengue, lo que refleja la seriedad del brote y la fragilidad del sistema de salud para responder a tiempo.
La situación está lejos de estar bajo control, y lo que debería ser prevención terminó convirtiéndose en carrera desesperada por apagar el fuego.