El nombre de Mario Pontolillo, italiano de 56 años, vuelve a estar en boca de todos en Cuba, pero ya no como aquel extranjero sonriente que un día salió en la televisión diciendo querer “ayudar a la población cubana”, sino como el principal imputado de un atropello múltiple en La Habana que dejó una mujer muerta y ocho heridos.
En 2019, Pontolillo fue invitado al programa A Todo Motor, dedicado al proyecto cultural Moto Cien. Al cierre, cuando le preguntaron qué era lo que más le impresionaba de la isla, soltó una frase que hoy suena casi sarcástica: “De ayudar a la población cubana, de ayudar a la población humana… es salir aquí para dar una mano”. Ese mismo clip, que él mismo compartió en su Facebook, ahora circula con un sabor amargo, porque su nombre está ligado a una tragedia que ha conmocionado a la capital.
Tras más de una semana de silencio oficial y rumores de encubrimiento, el régimen finalmente reveló la identidad del acusado. Según un comunicado de la Fiscalía General de la República, Pontolillo, residente permanente en Cuba, se encuentra bajo prisión provisional y con prohibición de salida del país, investigado por un “deliberado atropellamiento de personas” en calles de Centro Habana y Habana Vieja, ocurrido la madrugada del 25 de agosto. La víctima mortal fue Mairovis Valier Heredia, madre de tres hijos.
Vecinos que lo conocían no se sorprendieron al escuchar su nombre. “En Cienfuegos siempre andaba en moto. Aunque últimamente estaba bastante en La Habana. Es muy violento y un borracho”, confesó un residente al periodista Mario J. Pentón. Otros lo describen como abusador y alcohólico, con negocios en Cienfuegos y la capital, e incluso recuerdan que estuvo casado con una joven cienfueguera con la que tuvo una hija pequeña.
Mientras la Fiscalía asegura que avanza la investigación y que pedirá sanciones proporcionales a la gravedad del crimen, la sombra del encubrimiento sigue pesando. Durante días, medios independientes como 14ymedio señalaron inicialmente a otro empresario italiano con lazos directos con la élite del poder. Esa versión fue desmentida, pero dejó flotando la idea de que el régimen intentó proteger a sus socios cercanos antes de soltar el nombre del verdadero acusado.
La historia de Pontolillo refleja un contraste brutal: de “amigo de Cuba” fabricado por la propaganda oficial a presunto culpable de un crimen que dejó luto en varias familias habaneras. Una muestra más de cómo el castrismo manipula la verdad a su conveniencia, mientras el pueblo se queda con el dolor y las preguntas sin responder.