“Cada rincón estaba peor que el anterior. No sabía si largarme o ponerme a gritar”, cuenta la creadora cubana @ledyhr92 mientras camina por lo que alguna vez fue su escuela en Santa Clara. Trece años después de graduarse, regresó al Fajardo y lo que encontró fue puro desastre: pasillos tapados de maleza, techos desplomados, tabloncillos partidos y aulas comidas por el abandono.
Con la voz entrecortada, confesó que ver así la escuela donde pasó cinco años de su vida era como perder una parte de sí misma. “Nos han destruido los recuerdos, nos han destruido el país”, lamentó, en un video que rápidamente se hizo viral en TikTok y encendió la memoria de miles de cubanos que reconocieron en esas imágenes la decadencia de toda una época.
Las tomas son fuertes, pero lo que más golpea es su testimonio. “Mi cerebro no procesaba lo que estaba viendo”, admite al mostrar la cancha deportiva convertida en un basurero. Frente a su antigua aula, la mezcla de nostalgia y rabia se le hace imposible de esconder: “Esto me duele a mí, pero también a todos los que compartimos esta historia”.
El Fajardo, hoy medio ocupado por la Universidad Central Marta Abreu, solo conserva “medio vivo” un pedazo del frente. El resto, dice ella, no es más que escombros y abandono. Y eso fue lo que terminó por encender a cientos de exalumnos, que reaccionaron con lágrimas, con furia y con la misma pregunta que sobrevuela todo: ¿cómo pudieron dejar morir así lo que fue casa, formación y sueños de tantos?
Los comentarios lo dejaron claro: no duele el cemento roto, duele el recuerdo perdido. “Ahí se forjaron campeones, y míralo ahora”, escribió uno. Otro confesó que no pudo aguantar el llanto: “Fue mi casa también… y verla así es insoportable”.
Para muchos, regresar a un sitio así no es un reencuentro, es un entierro. “Volver y ver esto es como enterrar una parte de uno mismo”, dijo un usuario. Y otro resumió el sentimiento de traición colectiva: “Nos enseñaron a amar el deporte, pero dejaron morir los templos donde lo aprendimos”.
El consenso es brutal: lo que muestra el video no es solo el colapso de una escuela, sino el derrumbe simbólico de un sistema entero. “Parece un lugar bombardeado”, escribió alguien, mientras otro soltó resignado: “Mejor era quedarse con los recuerdos. Ahora solo hay ruinas”.
Y lo más duro es que el Fajardo no es un caso aislado. En Bahía Honda, el campismo San Pedro se cae a pedazos entre apagones y saqueos; en Marianao, el legendario hipódromo Oriental Park terminó reducido a un almacén estatal en ruinas; en Guanajay, el Museo Carlos Baliño, Monumento Nacional, lleva seis años cerrado sin que nadie mueva un dedo.
El abandono se repite por toda Cuba: villas vacacionales de obreros que se quedaron vacías, el Acuario Nacional convertido en sombra de lo que fue, el Parque Lenin convertido en jungla de escombros. Hasta los parques infantiles son un peligro, con columpios oxidados que más parecen trampas mortales.
