El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, volvió a darle un año más de vida a las licencias que permiten ciertas exportaciones y transacciones con Cuba, amparadas en la Ley de Comercio con el Enemigo, una norma que lleva más de seis décadas limitando los negocios con el régimen de La Habana.
Con este movimiento, la Casa Blanca dejó claro que mantener la presión económica sobre la dictadura cubana sigue siendo un asunto de “interés nacional”. El nuevo plazo estará vigente hasta el 14 de septiembre de 2026, evitando que el marco legal expirara en 2025.
El memorándum presidencial, dirigido al Secretario de Estado y al Secretario del Tesoro, ordena además que la decisión sea publicada oficialmente en el Registro Federal, asegurando la continuidad del entramado de sanciones que desde hace décadas ha sido un dolor de cabeza para los que mandan en el Palacio de la Revolución.
Aunque el embargo sigue intacto, la prórroga garantiza que se mantengan algunas licencias específicas, como aquellas relacionadas con fines humanitarios y operaciones puntuales de carácter económico. En pocas palabras, se cierra el grifo a la dictadura, pero se dejan abiertos pequeños canales para que no falte lo esencial al pueblo cubano.
El año pasado fue Joe Biden quien extendió hasta septiembre de 2025 el embargo económico a la isla, siguiendo la misma práctica de todos los presidentes —republicanos y demócratas— desde que en 1960 Washington comenzó a castigar a Fidel Castro por nacionalizar empresas norteamericanas sin dar un centavo de compensación.
Lo cierto es que desde 1962, el embargo total ha sido renovado religiosamente cada año por trece administraciones diferentes. Un recordatorio de que el castrismo, con toda su propaganda antiimperialista, nunca logró doblegar esa política ni conseguir que Estados Unidos le levantara las sanciones.
Hoy, mientras los cubanos sobreviven en medio de apagones, inflación y una escasez insoportable, la dictadura sigue culpando al embargo de todos sus fracasos. Sin embargo, la prórroga firmada por Trump confirma que Washington no piensa aflojar la soga mientras el régimen se niegue a abrirse al cambio democrático.