En Cuba, la enseñanza sigue siendo el mismo guion de siempre: más ideología que educación real. Ahora, hasta los libros de matemáticas de primer grado —sí, los que deberían enseñar a contar, sumar o distinguir un cuadrado de un triángulo— vienen cargados de propaganda política.
En redes sociales circularon imágenes del libro publicado por la editorial Pueblo y Educación en 2023. La polémica estalló cuando la cantante Inti Santana denunció que los ejercicios para aprender figuras geométricas incluían ilustraciones de Fidel Castro.
“Esto es un libro de matemáticas, ¡de matemáticas! Para niños de seis años. Es un descaro usar algo tan básico como enseñar qué es un cuadrado para meter culto a la personalidad”, señaló Santana, indignada. La artista comparó el adoctrinamiento con una religión, en la que al niño desde los cinco años ya le dicen quién es el “mesías” y a quién debe seguir ciegamente.
Y no se trata de una excepción. Otros ejercicios del mismo libro muestran consignas y referencias políticas que nada tienen que ver con el aprendizaje de operaciones básicas. Lo que debería ser una herramienta educativa se convierte en otra plataforma de propaganda, como han denunciado padres y activistas dentro de la isla.
Este método no es nuevo. Desde hace décadas el régimen usa la educación como vehículo para legitimar su poder, pero lo que llama la atención es la insistencia en medio de la profunda crisis actual. No es casualidad: el propio primer ministro, Manuel Marrero, dijo recientemente que la prioridad del gobierno para 2025 será reforzar el trabajo político-ideológico, incluso por encima de la economía.
En la Asamblea Nacional, Marrero aseguró que “lo político es la base de todo”, dejando claro que la defensa del sistema y el control social se imponen sobre las necesidades reales de la gente. El discurso, transmitido por la televisión oficial, fue otra confirmación de que al régimen no le interesa tanto que los niños aprendan matemáticas, sino que repitan consignas.
A la falta de maestros, escuelas en ruinas y carencia de materiales, ahora se suma este adoctrinamiento descarado. El futuro de los niños cubanos no se está construyendo con conocimientos, sino con propaganda.
Lo que hoy se ve en un simple problema de matemáticas refleja la estrategia de control que atraviesa todo el sistema escolar: actos obligatorios, exaltación del Partido Comunista en cada materia y consignas revolucionarias como parte de la rutina diaria.