En la Secundaria Básica “Wenceslao Rivero” de Las Tunas, un altercado entre dos estudiantes terminó con uno de ellos herido en el rostro, supuestamente con un lápiz. El hecho, ocurrido el 2 de septiembre, ha sacudido a la comunidad escolar y destapado otra cara oscura de la crisis educativa en Cuba.
De acuerdo con el periódico oficialista de la provincia, el ataque se dio dentro del aula, justo antes de la salida de clases. El director municipal de Educación, Eulicer Escalona Escalona, aseguró que lo ocurrido solo dejó “rasguños” en la cara del adolescente. Sin embargo, las imágenes difundidas por estudiantes contradicen esa versión complaciente.
El menor herido fue atendido en el policlínico Piti Fajardo y, según el parte médico, no sufrió lesiones graves. Pero en el video compartido en redes sociales, se observa al agresor hundiendo repetidamente un objeto punzante en el cuello y la espalda de su compañero, algo que va mucho más allá de un simple arañazo. La manipulación de los hechos por la prensa del régimen ha encendido la indignación de padres, estudiantes e internautas.
La Dirección Municipal de Educación aseguró que ya se realizaron “análisis” con los implicados y sus familias, y que se aplicarán medidas disciplinarias. No obstante, la explicación llegó tarde, y solo después de que el caso corriera como pólvora en redes, gracias al periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada y a los propios estudiantes que grabaron el momento.
El silencio inicial de las autoridades y la minimización posterior del hecho recuerdan la estrategia habitual del régimen: callar, maquillar y culpar a la “indisciplina”, en lugar de asumir que se trata de un grave problema de violencia escolar.
Muchos padres han levantado la voz preguntando por qué no había ningún maestro en el aula durante el ataque, ni tampoco cerca para intervenir. Otros usuarios señalaron la hipocresía del discurso oficial: “Se la pasan hablando de los tiroteos en escuelas de EE.UU., pero callan la violencia que está explotando en nuestras propias aulas”.
El incidente pone bajo la lupa la responsabilidad de maestros y directivos, y refleja un clima de violencia y abandono en los centros educativos cubanos, donde los jóvenes crecen en medio de tensiones, frustraciones y un sistema que no les ofrece futuro.
En un país donde las escuelas se caen a pedazos, los maestros huyen por mejores salarios y los alumnos cargan con la desesperanza de un presente sin opciones, estos episodios violentos son la consecuencia natural de un sistema que ya no educa ni protege.