Las autoridades del régimen anunciaron con bombos y platillos la detención de cuatro personas en Moa, Holguín, acusadas de extraer oro de manera ilegal. Según la versión oficial, el operativo permitió decomisar más de 418 mil pesos, piezas vinculadas a la actividad y fragmentos del metal.
El reporte salió en la página de Facebook Realidades desde Holguín, un perfil abiertamente alineado al discurso del Ministerio del Interior, que se dedicó a repetir la narrativa de siempre: “actividad económica ilícita” y “contaminación de los suelos”. Lo que no dicen es que detrás de cada caso como este no hay criminales profesionales, sino cubanos desesperados que intentan sobrevivir en un país donde la pobreza se ha vuelto el pan de cada día.
El operativo se realizó en la zona de Yamanigüey, y según el relato oficialista, fue el resultado de “un proceso investigativo profundo”. Pero el trasfondo es mucho más sencillo de entender: la crisis obliga a la gente a buscarse la vida como pueda, incluso arriesgando la libertad.
En los últimos meses han salido a la luz otros casos similares. En Jobabo, Las Tunas, descubrieron a un campesino con un molino artesanal para procesar tierra con oro. En ese mismo municipio, en marzo, arrestaron a ocho personas por extraer y traficar polvo del mineral. Incluso en Santa Clara, desmantelaron un campamento entero dedicado a la minería.
Los voceros del régimen repiten que estos hechos atentan contra las “reservas de la nación”, pero jamás reconocen la causa real: un sistema que ha empujado a los cubanos a buscar alternativas ilegales para no morirse de hambre. Si hubiese empleo digno, salarios justos y un mínimo de oportunidades, nadie se metería bajo tierra a cernir arena con las manos.
El Estado se ha apropiado del control absoluto de los recursos naturales, dejando fuera a la población de cualquier posibilidad de explotación legal. En ese escenario, quienes intentan resolver por su cuenta son castigados como delincuentes, cuando en realidad son víctimas de la miseria estructural impuesta por el castrismo.