La madrugada del sábado quedó marcada por la desgracia en el poblado de Las Mangas, Artemisa, cuando un adolescente de apenas 16 años, identificado como Darián, murió tras ser impactado por un auto que circulaba a toda velocidad por la Carretera Central.
El muchacho, residente en el secadero de arroz de la zona, viajaba en una moto cuando el vehículo lo embistió de frente. El golpe no solo le arrebató la vida, sino que además dejó una estela de destrucción en la comunidad. El carro terminó incrustado en una vivienda, donde dormía una familia que, de milagro, logró salir con vida.
Vecinos contaron que desde el punto del impacto hasta donde quedó el auto incrustado hubo más de 70 metros de arrastre. La velocidad era tal que el vehículo tumbó paredes, ventanas y hasta la tapa de una fosa cercana, provocando un estruendo que despertó a todo el barrio.
Los testigos no solo denunciaron el exceso de velocidad, sino también la cobardía de los ocupantes del auto, quienes abandonaron el lugar sin prestar ayuda a nadie. Según familiares de los afectados, del carro bajaron varias personas y salieron corriendo “como ratas”, dejando atrás el desastre que habían causado.
La noticia generó indignación en redes sociales, donde artemiseños y residentes en el exterior condenaron la irresponsabilidad de los conductores. Uno de ellos escribió con rabia: “Imagínate a qué velocidad iba ese carro que tumbó la pared del cuarto de casa del tornero”.
El caso también abrió un debate sobre la costumbre de permitir que menores de edad conduzcan motos. Aunque muchos recordaron que legalmente un adolescente no debería estar al volante, la comunidad coincidió en que el verdadero culpable fue el conductor del auto, cuyo exceso de velocidad convirtió una calle en pista de carreras.
La muerte de Darián deja a una familia rota y a un pueblo exigiendo respuestas. Una vez más, el caos del tránsito en Cuba, sin control ni sanciones efectivas, se cobra la vida de un inocente. Y mientras las autoridades se limitan a la propaganda y al silencio, los cubanos siguen expuestos a un peligro diario en las carreteras, reflejo del abandono y la falta de orden que reina en el país.