La madrugada de este lunes, la Unión Eléctrica (UNE) anunció que finalmente quedó restablecido el servicio eléctrico en el oriente cubano, después de más de seis horas de apagón total que dejó a millones en penumbras.
Según la versión oficial, el sistema se reconectó a la 1:25 a.m., tras haberse desplomado desde la noche del domingo 7 de septiembre. La avería ocurrió a las 7:37 p.m., cuando se disparó la línea de 220 kV Nuevitas-Tunas, lo que provocó un colapso completo en toda la región oriental, desde Las Tunas hasta Guantánamo.
Oscuridad, cacerolas y protestas
El apagón no fue solo un problema técnico. En varias ciudades, sobre todo en Santiago de Cuba, los vecinos no se quedaron de brazos cruzados y salieron a protestar con un fuerte toque de cazuelas exigiendo la electricidad de vuelta. El malestar popular volvió a quedar al descubierto: el pueblo está cansado de vivir entre apagones eternos y excusas oficiales.
Mientras tanto, las brigadas de la UNE trabajaron toda la noche para reconectar poco a poco el sistema. Primero lograron levantar el servicio en Las Tunas y Camagüey, luego Holguín, y por último Santiago y Guantánamo. Pero el daño ya estaba hecho: otra noche de angustia, calor y mosquitos para millones de cubanos.
Un sistema eléctrico en ruinas
Como si fuera poco, en medio de este apagón oriental también se reportaron fallos en el occidente del país. La unidad 6 de la termoeléctrica de Mariel salió de servicio, y aunque prometieron su reincorporación “en las próximas horas”, lo cierto es que cada día la generación eléctrica se tambalea más.
El déficit ronda habitualmente los 1,700 MW, lo que condena a la población a apagones de 8, 12 y hasta 16 horas diarias. Todo esto forma parte del paisaje cotidiano de un país donde la electricidad se ha convertido en un lujo y la ineficiencia del régimen se hace sentir hasta en la más mínima chispa.
Silencios oficiales y frustración ciudadana
La UNE no explicó con claridad qué causó el disparo de la línea. Apenas soltaron que pudo deberse a “condiciones meteorológicas adversas”, la excusa de siempre para tapar décadas de abandono, falta de inversión y corrupción en el sector energético.
Con la corriente restablecida en el oriente, queda la misma sensación de siempre: nada garantiza que mañana no se repita el apagón. El sistema eléctrico cubano es un enfermo terminal, y cada fallo deja al descubierto un país cansado de sobrevivir en la oscuridad, mientras un gobierno incapaz sigue culpando a todo menos a sí mismo.