El nombre de Jesús Nogueiras evoca recuerdos gloriosos para muchos amantes del ajedrez en Cuba. Este villaclareño nacido en Remedios en 1959 fue, en su momento, un verdadero ídolo. Nada menos que el Gran Maestro más joven del mundo en 1979, un título que lo puso en el mapa internacional y lo convirtió en referente de generaciones. Pero hoy, la realidad de Nogueiras es muy distinta a esos días de gloria frente al tablero.
Actualmente, el campeón atraviesa una situación muy complicada en Santa Clara. Su salud mental se ha deteriorado con los años debido a la esquizofrenia que padece, una enfermedad que también afectó a su padre. El problema no es nuevo, pero en los últimos años se ha vuelto mucho más difícil de manejar, sobre todo por la falta de medicamentos y de atención especializada.
El ex campeón vive solo en un barrio de Santa Clara. Aunque familiares y amigos cercanos intentan apoyarlo, el descontrol de su enfermedad ha hecho que todo se complique. Hay días en que rechaza la ayuda que le ofrecen, lo que dificulta aún más las posibilidades de estabilizar su vida.
Desde la Comisión de Atención al Atleta de Villa Clara han intentado darle soporte, ya sea con asistencia médica o con recursos materiales. Sin embargo, la magnitud del problema sobrepasa lo que esas instituciones pueden cubrir. Y es que no se trata de una ayuda puntual, sino de una atención constante que, lamentablemente, el sistema cubano no está en condiciones de garantizar.
Lo más doloroso es que Nogueiras sabe lo que ocurre a su alrededor, pero aun así, su enfermedad lo arrastra a episodios de pérdida de control que afectan tanto a él como a quienes tratan de estar a su lado. Su caso es un espejo incómodo de la realidad que enfrentan muchos atletas cubanos cuando dejan de ser “útiles” para el sistema: del aplauso al olvido.
Afortunadamente, no todo ha sido abandono. Compañeros de ajedrez y amigos dentro y fuera de Cuba han buscado maneras de apoyarlo, enviándole medicamentos y productos básicos. Pero aun así, queda claro que no basta con pequeños gestos solidarios: lo que necesita es un plan de atención real y sostenible.
Y pensar que todo empezó cuando era apenas un niño de siete años que descubrió su pasión por las piezas y el tablero. Su carrera fue meteórica: campeón nacional en múltiples ocasiones, con títulos en 1977, 1978, 1984, 1991 y 2000. Su estilo de juego era inconfundible, siempre apostando por lo posicional y por un contraataque sólido, sobre todo cuando llevaba las piezas negras. En la década de los 80 alcanzó su esplendor, codeándose con los mejores del mundo y registrando un ELO de 2.545 puntos, cifras que lo colocaron en la élite del ajedrez.
Hoy, sin embargo, el tablero que enfrenta Nogueiras es otro: la lucha contra una enfermedad cruel y contra el olvido de un sistema que no cuida a quienes una vez le dieron prestigio internacional. Su historia no debería quedar en silencio, porque más allá del Gran Maestro, sigue siendo un ser humano que merece respeto, apoyo y dignidad.
