La vida puede cambiar en un abrir y cerrar de ojos. Eso lo sabe bien José Reynaldo Alberto, un joven cubano de apenas 18 años que, en cuestión de segundos, pasó de ser un muchacho recién llegado a Italia a protagonista de una tragedia que ha conmocionado a toda una comunidad. El accidente que provocó terminó con la vida de Diego Lapaine, un profesor jubilado de 71 años, y dejó al descubierto las consecuencias fatales de una imprudencia juvenil.
La tarde del 1 de septiembre, José Reynaldo decidió tomar sin permiso las llaves del Fiat 500 de su madre. No tenía licencia de conducción y, según parece, tampoco la experiencia suficiente para controlar el vehículo. En una calle de Lancenigo di Villorba, Treviso, perdió el control del coche y embistió violentamente a Lapaine, quien circulaba en bicicleta.
El impacto fue tan brutal que el cuerpo del ciclista salió despedido casi diez metros, terminando en el jardín de una vivienda cercana. Su bicicleta quedó incrustada en la verja. Una escena desgarradora que dejó en shock a los vecinos y que los medios locales no tardaron en reportar.
En medio del caos, el joven llamó a su madre entre lágrimas: “He tenido un accidente, hay alguien herido… mamá, metí la pata”. La mujer, identificada como Jessica, se enteró entonces de que su hijo había tomado el auto sin su autorización. Lo que parecía una travesura terminó convertido en una pesadilla.
Ahora, José Reynaldo enfrenta cargos por homicidio vehicular agravado por conducir sin licencia. La situación es aún más complicada porque la aseguradora probablemente no cubrirá los daños, lo que abre la puerta a una indemnización millonaria que recaería sobre él y su madre, salvo que ella logre demostrar que desconocía lo ocurrido.
El abogado defensor, Fabio Crea, declaró que el joven está completamente destrozado: “Está encerrado en su habitación, no deja de llorar, no recuerda nada del accidente. Está en shock, no hay explicación para lo que pasó”. La policía también confirmó que el chico no estaba bajo los efectos de alcohol ni drogas.
José Reynaldo había llegado hacía poco a Italia para reunirse con su madre en Mogliano Veneto. No estudiaba ni trabajaba, estaba a la espera de obtener el permiso de residencia y, según su entorno, apenas empezaba a adaptarse a su nueva vida.
La víctima, Diego Lapaine, era muy querido en la comunidad. Había sido subdirector del Instituto Técnico Fermi y también impartió clases en el instituto Da Vinci. Amante del ciclismo, su repentina muerte dejó a vecinos y exalumnos consternados. En redes sociales, muchos lo recuerdan como un profesor cercano, dedicado y respetado.
Mientras tanto, la defensa del joven insiste en que esto es una “tragedia dentro de otra tragedia”. Un descuido que destrozó dos familias: la del profesor, que hoy llora su pérdida, y la de un adolescente que pagará muy caro una decisión irresponsable.