La madrugada del 6 de septiembre, las calles estrechas del barrio Jesús María en La Habana Vieja fueron escenario de un hecho que dejó a toda la comunidad en shock. En la intersección de Revillagigedo y Misión, un hombre cayó apuñalado y perdió la vida en plena vía pública. La víctima fue identificada por vecinos como “El Chino de Belén”, también conocido como “El Nankuko”, aunque hasta ahora las autoridades no han confirmado oficialmente su identidad.
Lo que más indignación provocó no fue solo el crimen en sí, sino lo que vino después: testigos aseguran que el cuerpo permaneció tirado en la calle por más de una hora sin que llegara la policía ni recibiera ningún tipo de asistencia. Para colmo, el hecho ocurrió a solo unos metros de un policlínico. La impotencia y la rabia de los residentes fueron inmediatas.
El periodista independiente Yosmany Mayeta fue de los primeros en dar a conocer la noticia en redes sociales. En su publicación lamentó que Jesús María volviera a ser “un escenario de tragedia marcada por la violencia y la desprotección ciudadana”. Su mensaje corrió como pólvora, amplificando el malestar de un barrio que ya carga con años de marginalidad e inseguridad.
En Facebook, la página Cántalo TV compartió imágenes de la escena, mostrando el cuerpo del fallecido tendido en el pavimento. Esas fotos se hicieron virales y multiplicaron los comentarios de los internautas. “Ya abrir Facebook da asco, porque aunque uno no quiera ver estas noticias, te salen”, escribió una usuaria que exigió el fin de la violencia y de la indiferencia de las autoridades. Otro, con tono irónico, comentó: “Lo que hace falta aquí es un Bukele con un centro de confinamiento más grande que el de El Salvador”.
Muchos responsabilizaron directamente al gobierno cubano por el aumento de la criminalidad. Algunos señalaron la falta de vigilancia, el auge de negocios ilegales relacionados con drogas y dinero, y la ausencia de respuestas efectivas frente a la inseguridad. Otros fueron más crudos: “Matar a una persona en Cuba es como matar un cerdo”, lamentó un usuario, denunciando la impunidad que rodea a estos crímenes.
Hasta ahora, ni el Ministerio del Interior ni ninguna otra institución oficial se han pronunciado sobre el caso. No hay información sobre arrestos ni sobre las circunstancias exactas del asesinato. Mientras tanto, las redes sociales se han convertido en el único espacio donde la ciudadanía denuncia y canaliza su frustración.
Jesús María, uno de los barrios más antiguos de La Habana Vieja, arrastra desde hace décadas problemas de marginalidad, pobreza y delincuencia. La falta de oportunidades, la precariedad de los servicios básicos y la ausencia de presencia policial constante han convertido sus calles en un terreno fértil para la violencia.
La muerte de “El Chino de Belén” no es un hecho aislado. Es el reflejo de una crisis social más profunda, donde la violencia se normaliza y la desprotección ciudadana se vuelve rutina. Para los vecinos, este crimen no solo arrebató una vida: reabrió el debate sobre la seguridad en Cuba y dejó en evidencia, una vez más, el abandono estatal que pesa sobre las comunidades más vulnerables.
