Miguel Díaz-Canel volvió a mostrarse como un gobernante de espaldas a la realidad cubana tras el más reciente apagón masivo que dejó a la isla prácticamente paralizada. En lugar de dar la cara y asumir responsabilidades, el dirigente se refugió en redes sociales, donde lanzó un mensaje lleno de frases huecas y sin un ápice de empatía hacia los millones de cubanos afectados.
En su publicación en X, el mandatario aseguró que “tras una madrugada de mucho trabajo de los especialistas del MINEM y la UNE, sigue avanzando la conexión del SEN. Se generan más de 1,000 MW y la mayoría de las provincias ya están enlazadas. Esta jornada será decisiva. Seguimos de pie y combatiendo”. Palabras grandes para un país que estuvo 28 horas a oscuras y que aún hoy enfrenta cortes de hasta 16 horas diarias.
Mientras la población amanecía desesperada, muchos se preguntaban dónde estaba el supuesto “presidente del pueblo”. El apagón, ocurrido el miércoles en la mañana tras la caída total del Sistema Eléctrico Nacional (SEN), fue el quinto en menos de un año y el segundo solo en 2025. La respuesta del gobernante llegó tarde y con su habitual retórica de resistencia, esa que ya pocos en Cuba creen.
Incluso después de la llamada “interconexión” anunciada por el régimen, los apagones continúan y las quejas en redes sociales no cesan. Sin embargo, Díaz-Canel insistió en que “cada provincia toma sus medidas, como ya se sabe hacer” y que “ha mejorado la información a nuestro pueblo”. Cinismo puro, porque la realidad es que la gente pasa horas sin corriente, sin agua, sin alimentos conservados y sin esperanza.
El apagón comenzó a las 9:14 de la mañana del miércoles, cuando la central termoeléctrica Antonio Guiteras, la más grande del país, se desplomó inesperadamente, provocando el colapso total del SEN. Hasta hoy, esa planta sigue sin arrancar, y el futuro eléctrico de Cuba se mantiene en tinieblas, igual que el rumbo del país bajo un régimen incapaz de garantizar lo más básico.
En definitiva, lo que para Díaz-Canel es “estar de pie y combatiendo”, para el pueblo significa vivir a oscuras, cocinar a carbón y sobrevivir como en la Edad Media, mientras el régimen maquilla la crisis con discursos vacíos que ya nadie se cree.