El apagón masivo que dejó a Cuba en tinieblas volvió a destapar la misma novela repetida de siempre: el régimen dando excusas y el pueblo pagando las consecuencias. Esta vez, el ministro de Energía y Minas, Vicente De La O Levy, fue anunciado como invitado especial en la Mesa Redonda de este jueves, junto a otros directivos del MINEM y de la Unión Eléctrica (UNE), para “explicar” lo que ya todos saben: que el Sistema Eléctrico Nacional está en ruinas.
Según la propaganda oficial de Cubadebate, el ministro daría detalles del colapso que dejó a toda la isla sin electricidad durante la mañana del miércoles. Mientras tanto, en redes sociales, la UNE intentaba vender la idea de que tras 28 horas de apagón “ya todo estaba restablecido”, aunque cientos de usuarios denunciaban que seguían a oscuras en varias provincias. La mentira, como siempre, caminando más rápido que la corriente.
Lo único que admitieron fue la sincronización de la unidad 6 de la central de Mariel, pero ni una palabra sobre la Antonio Guiteras, la planta que se ha convertido en el epicentro de cada desastre energético. Ese silencio pesa más que la propia oscuridad.
Lo cierto es que este ha sido el quinto apagón nacional en menos de un año y el segundo solo en 2025, un récord vergonzoso que muestra la incapacidad del castrismo para sostener un servicio eléctrico básico. La Guiteras lleva acumulando caídas desde 2024, y a eso se suman averías en subestaciones, fallas en líneas de transmisión y el golpe de fenómenos naturales como el huracán Rafael.
Detrás de los discursos triunfalistas que acompañan cada reconexión, la realidad en los hogares cubanos es bien distinta: comida podrida en los refrigeradores, equipos eléctricos dañados y familias aisladas digitalmente en un país que ya de por sí vive desconectado del mundo.
La llamada “crisis energética” no es un accidente ni un fenómeno pasajero, sino la prueba del deterioro estructural de un sistema que el régimen insiste en controlar de manera absoluta. Con una infraestructura obsoleta, sin inversión real y con parches improvisados, los apagones se han convertido en la rutina diaria del cubano de a pie. Y mientras en la Mesa Redonda se hable de “recuperaciones paulatinas”, la gente seguirá viviendo entre sombras y promesas incumplidas.