Cuando la influencer cubana Esperanzita DC destapó en redes sociales la pesadilla que vivió en el Hotel Deauville de La Habana —sí, chinches en la cama y picaduras incluidas— nadie imaginó el giro inesperado que tendría la historia. El video que subió mostrando los insectos corriendo por el colchón se volvió viral, y la administración del hotel no tuvo más remedio que reaccionar.
Le devolvieron el dinero y, como parte de su “plan de control de daños”, la invitaron a regresar para comprobar con sus propios ojos que todo estaba “solucionado”. ¿Valió la pena la segunda vuelta? Te cuento el drama completo.
Cuando Esperanzita regresó, la llevaron directo al mismo piso donde estuvo la primera vez. Esta vez no había rastro de bichos, pero sí un olor penetrante a químicos y cloro que evidenciaba la fumigación. El personal del hotel le explicó que aplicarían un seguimiento en tres fases para asegurarse de erradicar cualquier plaga de raíz.
Como muestra de buena voluntad (y para lavar su imagen), el Deauville le ofreció quedarse en el piso 14, donde las habitaciones habían sido renovadas. Nada que ver con los cuartos destruidos de los pisos bajos: aquí todo estaba limpio, fresco y con un aire de hotel de lujo. Esperanzita lo reconoció: “Súper cómodos, nada que ver con lo de antes”.
Pero eso no fue todo. La administración también la invitó a una cena junto a su pareja en el restaurante del hotel. “El trato fue especial, la comida estaba riquísima”, dijo la influencer. Aunque admitió que se sintió observada por otros huéspedes y empleados, como si todos supieran que era ella la que había desatado la polémica.
En su defensa, Esperanzita aclaró que nunca quiso “destruir” al hotel ni causar despidos. Su intención, aseguró, era visibilizar un problema real que afecta a miles de cubanos y turistas. Y como gesto justo, decidió mostrar también el “después”, con las mejoras aplicadas.
La historia ha levantado un debate tremendo en redes sociales: ¿fue un simple intento del Deauville de salvar su reputación o realmente se están tomando en serio la calidad del servicio? Algunos internautas aplaudieron la reacción del hotel, mientras otros fueron más duros: “Si no lo expones tú, todavía estuviera atestado de chinches”, escribió uno.
Lo cierto es que este episodio dejó claro algo: la presión pública funciona. Y aunque el Deauville intentó convertir un escándalo en oportunidad, la gran pregunta sigue en el aire… ¿aguantarán las mejoras en el tiempo o fue solo un maquillaje rápido para apagar el fuego?