En Cuba, perder la pista de un ser querido se ha vuelto una pesadilla demasiado común. Y lo peor es que, ante la falta de protocolos oficiales efectivos, son las familias las que terminan cargando con toda la angustia y la responsabilidad de mover cielo y tierra para pedir ayuda. Ese es el caso de Dewar Hechavarría Navarro, un joven cubano que recurrió a Facebook para pedir noticias de su padre, desaparecido desde el 25 de agosto.
Un viaje sin regreso (hasta ahora)
Según contó en el grupo “Personas Desaparecidas en Cuba”, lo último que se sabe de su papá es que salió rumbo a Santa Clara o Camagüey. Desde ese momento, silencio total: el teléfono apagado y ninguna señal de vida. La desesperación se refleja en sus propias palabras: “Ya no sé qué más hacer. Por favor, el que sepa algo acerca de su paradero llamar a este número 52168288. Me pueden llamar de un fijo, soy su hijo”.
Aunque Dewar omitió detalles importantes como el nombre de su padre o su dirección exacta, su publicación tocó fibras sensibles. No es un caso aislado: es un reflejo de la incertidumbre diaria que enfrentan muchas familias en la Isla.
Una cadena de desapariciones recientes
En los últimos días, las redes sociales han sido escenario de denuncias similares. Apenas la semana pasada, se reportó la desaparición de Eutiquio Pérez Chain, un anciano de 79 años con problemas de memoria que salió de su casa en San Miguel del Padrón, La Habana, y nunca regresó.
Algo parecido ocurrió en Ciénaga de Zapata, Matanzas, con Laureano Mesa Cepero, conocido como “Ñoña”, de 91 años y con Alzheimer, diabetes e hipertensión. Su familia alertó que llevaba días sin aparecer, sin medicinas ni alimentos, lo que elevaba aún más el nivel de riesgo.
¿Qué pasa con las alertas en Cuba?
Estos casos dejan en evidencia un patrón preocupante: en Cuba no existe un sistema oficial de alerta temprana para desapariciones. No hay un protocolo estatal ágil ni herramientas modernas de localización. En lugar de eso, la responsabilidad recae en familiares, vecinos y comunidades que organizan búsquedas improvisadas, pegando fotos en redes sociales o grupos de WhatsApp.
La ausencia de coordinación entre las instituciones gubernamentales y los cuerpos de seguridad alimenta la desconfianza. Para muchos, la sensación es clara: el Estado no está cumpliendo su rol de proteger a los ciudadanos.
Una urgencia que no admite más espera
Especialistas advierten que la falta de respuesta rápida y de herramientas adaptadas a la realidad actual agrava los riesgos, especialmente para ancianos con enfermedades crónicas o deterioro cognitivo. Lo que debería resolverse con un sistema de notificación oficial y protocolos bien definidos termina en simples publicaciones de Facebook cargadas de angustia.
El caso del padre de Dewar y de tantos otros demuestra que las desapariciones en Cuba no son hechos aislados, sino un problema recurrente. Urge implementar políticas públicas, sistemas de alerta inmediata y tecnologías modernas que garanticen que ninguna familia tenga que resumir su desesperación en un “post” esperando a que la solidaridad ciudadana haga el trabajo que debería hacer el Estado.
